viernes, 17 de junio de 2011

Un hombre roba US$1 para obtener atención médica gratuita en la cárcel

james_verone_sEl mayor deseo de James Verone era estar preso.

A sus 59 años, este hombre de Carolina del Norte, Estados Unidos, no tenía dinero ni trabajo pero sí una protuberancia en el pecho, artritis generalizada, síndrome del túnel carpiano y un problema en el pie izquierdo.

Así que el 9 de junio a las 3pm, fue al banco más cercano y le entregó (sin estar armado ni emplear la violencia) una nota a la cajera de turno que decía: "Esto es un atraco, dame un dólar".

No estaba asustado, relató luego Verone.

Tras entregar el papel, se sentó en uno de los sillones del banco a esperar que la policía llegara y lo arrestara.

Su plan para obtener atención médica gratuita se había materializado.

Si no se tiene salud, no se tiene nada

A pesar de que su fianza fue reducida de US$100.000 a US$2.000, Verone no tiene ninguna intención de pagarla.

Richard Jamés Verone robó aquél dólar para ser condenado por robo, asegurarse una condena mínima de un año de carcel y así acceder desde dentro del sistema penitenciario a la asistencia sanitaria que como ciudadano ejemplar ya no tenía. Cuando el sistema falla estrepitosamente suceden estas cosas, es lo que tiene el neoliberalismo.

Richard James Verone trabajó durante muchos años como repartidor de Coca-Cola, pagó sus impuestos y fue un honrado ciudadano del país más poderoso de la Tierra que ejerce como gendarme del mundo, un país que forjó su poderío económico y militar a expensas de la desprotección social de sus compatriotas. Está claro que la insolidaridad internacional empieza, como la caridad, por el propio administrado. Ahora, Richard James Verone soportaba, sin trabajo, sin dinero ni Seguridad Social que pudiera paliar sus dolencias, fuertes dolores de espalda, problemas en su pie izquierdo que le hacían cojear, la artritis que hinchaba sus nudillos y el síndrome del túnel carpiano que le dificultaba tareas como el cargar o mover cajas. Para colmo acababa de descubrirse una protuberancia que aparentaba ser un tumor.

Se trata de una historia dramática, que ejemplifica muy bien la desesperación que puede llegar a invadir a aquellos estadounidenses que se enferman (o sufren un accidente) sin tener un seguro médico privado.

Un estudio de la Universidad de Columbia publicado en octubre de 2010 ya señalaba que Estados Unidos, comparado con otros doce países, se encuentra rezagado en sus intentos por aumentar la expectativa de vida de sus ciudadanos.

Los investigadores advertían entonces que la muerte de muchos estadounidenses no se debe exclusivamente a las razones "comúnmente citadas" como obesidad, tabaquismo, accidentes de tránsito y violencia.

Las fallas en el sistema médico estadounidense, como la atención especializada costosa y fragmentada podrían estar jugando un papel clave en el relativamente pobre desempeño del país para mejorar la expectativa de vida de sus ciudadanos, explicó Peter Muennig, el investigador que dirigió el estudio.

Verone dijo a la prensa local que le gustaría estar preso durante al menos tres años, para poder solicitar los beneficios de la seguridad social (que en EE.UU. pueden obtenerse a partir de los 62 años) durante el resto de su vida.

Al tener que escoger entre vivir adolorido o estar preso, Verone aseguró estar "contento" con su decisión que (según él) estuvo meditando durante mucho tiempo.

Ya no podía soportar el dolor, así que no me arrepiento. Si no se tiene salud, no se tiene nada, recalcó.

lunes, 6 de junio de 2011

La construcción del desagüe de la Ciudad de México

Con la terrible inundación de 1629, la ciudad estuvo anegada durante seis años y finalmente decidió desecharse el proyecto del desagüe de Enrico Martín y sustituirlo por un tajo abierto por donde corrieran las aguas hasta Huehuetoca.

Gracias a las inundaciones la producción de canoas fue el gran negocio de la primera mitad del siglo XVII. Hacia 1630, Bernabé Cobo escribió sus impresiones luego de haber visitado dos grandes aserraderos establecidos en Río Frío que se dedicaban a la tala de árboles y producción de embarcaciones para ayudar a los habitantes de la ciudad de México a sobrellevar las terribles inundaciones.

Ante la desesperación de los habitantes de la capital novohispana por encontrar un remedio eficaz contra las inundaciones, se llegaron a considerar como viables, proyectos por mucho excéntricos, como fue la búsqueda de los míticos desagües naturales, -resumideros o pozos absorbentes- que se localizaban en algún punto de Texcoco y otros lagos por donde podían salir las aguas del valle de México a un costo infinitamente menor que el desagüe de Enrico Martín.

Era tan grande el lago de Texcoco que no se alcanzaba a divisar la orilla, parecía mar dijeron los cronistas.

Era tan grande el lago de Texcoco que no se alcanzaba a divisar la orilla, parecía mar dijeron los cronistas.

Durante más de tres siglos -escribió Vicente Riva Palacio- se ha hablado constantemente en México de una salida natural que tienen las aguas de los lagos, agregándose que este secreto era conocido de los antiguos naturales que de él tenían la llave de las aguas para impedir inundaciones y que con solemne ceremonial se abría o cerraba aquella gran boca cuya puerta era una enorme piedra labrada y cubierta de jeroglíficos.

La más conocida fue la leyenda del resumidero de Pantitlán: “Se recordaba que los indios tenían la costumbre de arrojar ahí los niños sacrificados en honor a Tlaloc y que sus cuerpos desaparecían para siempre. Según otras historias, eran encontrados en un pozo en las cercanías de Tula, fuera de la cuenca, lo que probaba la existencia de un pasaje desconocido”.

Tras la inundación de 1629 renació la idea de buscar el resumidero de Pantitlán. Aquel lugar tenía un atractivo especial, se decía que durante los días de la conquista los indios habían arrojado oro por ese desagüe natural y que sus profundidades albergaban grandes cantidades, un tesoro nada despreciable. Todavía a finales del siglo XIX algunos aventureros continuaban la búsqueda de la mística y legendaria caverna submarina.

En los siglos venideros, proyectos e ideas pasaron por los escritorios de los ingenieros novohispanos, se abrieron algunos canales, otros fueron cerrados, se desecharon obras, se reutilizaron algunas y el resultado siempre fue el mismo: la ciudad de México nunca estuvo a salvo de las inundaciones. Se redujeron los riegos y al menos no se presentó otra como la de 1629. Los gobiernos virreinales siguieron trabajando en el famoso desagüe de Huehuetoca y cuando subían las aguas tomaban medidas emergentes que sólo actuaban como paliativos remediando la situación de momento.

En su afán por acabar con las aguas los españoles declararon la guerra al lago e involucraron desde luego a los indios. Antes que su vida, estaba la seguridad de la capital de la Nueva España y sus habitantes. Durante todo el siglo XVII, la palabra Huehuetoca causó horror entre los indios, era sinónimo de muerte. Los pueblos indios, vecinos del valle de México, eran obligados a trabajar en las obras del desagüe, que al proyectarse a tajo abierto -como un gran cañón- se llevó más de un siglo de construcción.

Una de las causas de despoblación del Valle de México se atribuye a la obra del desagüe: obligábase a los pueblos a contribuir con su trabajo y llegaban a Huehuetoca. Las enfermedades diezmaban aquellos infelices; otros morían arrebatados por las crecientes o despedazados contra los muros del canal, porque acostumbraban ponerlos a trabajar suspendidos con cuerdas y cables de los bordes y la violencia de las aguas que llegaban repentinamente los azotaba y los estrellaba. Algunos de ellos, a costa de grandes sacrificios, enviaron procuradores a España para conseguir del monarca como recompensa de antiguos y distinguidos servicios una cédula real que los exceptuase de aquel servicio.

El desagüe de la ciudad de México fue la única obra que rebasó por mucho todos los periodos de la historia mexicana. Comenzado en el siglo XVI bajo el dominio español, continuó durante los albores del México independiente en el XIX; se vio materializado con éxito durante el porfiriato y fue necesario que los gobiernos posrevolucionarios le dedicaran tiempo para su mantenimiento.

jueves, 2 de junio de 2011

La OMS, la filantropía y el conflicto de interés

Hace unas semanas se celebró la Asamblea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la que participan los ministros de esa área de todo el planeta. Lo que allí se discutió ejemplifica el desplazamiento de los organismos de la ONU por el Banco Mundial y las grandes fundaciones filantrópicas privadas. Un solo dato: actualmente 80 por ciento de los fondos que maneja la OMS son externos y generalmente etiquetados para programas verticales específicos –por ejemplo, el combate al VIH, tuberculosis y malaria– o para reformar los sistemas de salud para hacerlos más competitivos, generalmente, con la apertura al sector privado.

La pérdida de influencia de la OMS sobre las políticas internacionales de salud se aceleró con el ajuste estructural cuando el Banco Mundial se convirtió en el gran diseñador internacional de la política en la materia. Se vale para ello de las “condicionalidades” de los préstamos del FMI y de los cuantiosísimos fondos que canaliza a los gobiernos que aceptan su esquema. Dispone de estos fondos porque los países poderosos canalizan más dinero a los organismo financieros supranacionales, en los que los votos se distribuyen sobre la base de las aportaciones financieras de cada país, sacándole la vuelta a “un país-un voto” de la ONU.

El tema más conflictivo durante la Asamblea de la OMS fue su financiamiento y, en este contexto, la realización en 2012 del Foro Mundial de Salud con la participación de los gobiernos, de las grandes fundaciones filantrópicas, algunas ONG y el sector privado. En el foro se discutirán las prioridades de ese organismo mundial y su articulación con sus financiadores. Antes de la asamblea las organizaciones, académicos y expertos en salud pública, agrupados en Global Health Watch, realizaron una campaña para advertir sobre las implicaciones de que el sector privado con intereses comerciales en salud y las fundaciones filantrópicas participen en el establecimiento de las prioridades y las políticas de la OMS. Advierte que existe alto riesgo de conflicto de interés con la inclusión de las empresas privadas con fines de lucro y de las grandes fundaciones filantrópicas ligadas a los grandes capitales internacionales.

El conflicto de interés es un tema de gran preocupación en la comunidad científica con la creciente incorporación de sus quehaceres en el Complejo Médico-Industrial y por los variados tipos de financiamiento a investigadores y médicos. Existe un debate en las revistas especializadas para normar qué información deben proporcionar los investigadores a sus pares revisores, aparte de la declaración obligatoria de conflicto de interés. British Medical Journal ha desempeñado un papel destacado y propositivo en esta discusión.

Existen pocos estudios sobre el conflicto de intereses en el cual pueden incurrir las grandes fundaciones filantrópicas involucradas en la salud global. En un estudio pionero, Stuckler, Basu y McKee (www.plosmedicine.org) analizaron cómo están invertidos los activos de la Fundación Bill y Melinda Gates (FBMG) y cuáles son los proyectos financiados por ésta. Eligieron a esa institución porque tiene un presupuesto mayor que la OMS y activos por 29.7 mil millones de dólares.

Encuentran que una parte importante de estos activos están invertidos en la industria refresquera (p.e. Coca-Cola y FEMSA), en empresas de comida chatarra y una parte menor pero importante en la gran industria farmacéutica. El presidente de su Programa de Salud Global es además un ex-miembro de la mesa directiva de la farmacéutica GlaxoSmithKline. El 97 por ciento de los proyectos de salud que la FBMG financia son de enfermedades transmisibles y orientados a encontrar nuevos medicamentos y vacunas e incrementar el acceso a estos productos. Sólo 3 por ciento se dedica a las enfermedades crónico-degenerativas que hoy son las principales causas de muerte en el mundo, incluyendo a los países más pobres, y en muchos casos asociadas a los productos fabricados por las empresas en las que la FBMG invierte. Nótese que un orador prominente en la sesión de apertura de la Asamblea de la OMS fue precisamente Bill Gates.

Estos datos no comprueban el conflicto de intereses o el uso indebido del poder de las fundaciones filantrópicas en la formulación de las políticas de salud global, pero señalan que es un campo urgente de investigación y regulación. Sustancian además la preocupación de Global Health Watch sobre la influencia del Complejo Médico-Industrial y las fundaciones filantrópicas sobre las prioridades de la OMS con la constitución del Foro Mundial de Salud.

Asa Cristina Laurell