Blog enfocado en la salud vista de manera holística-multidisciplinaria y todo lo que conlleva. Así como para expresar opiniones, diversión etc. muy propio de mí.
martes, 23 de junio de 2009
El PRD en su laberinto
A nadie extraña que los actores políticos vean las cosas en blanco y negro. Lo novedoso es que buena parte de los analistas compartan esa visión sin matices, y se ubiquen de un lado o de otro. Desde luego, la opinión pública refleja con nitidez tal estado de cosas. Así de polarizado está el país.
Cada vez son más los políticos que se muestran públicamente fuera de sus casillas. Actitudes o palabras que antes se reservaban al ámbito de lo privado, ahora que impera la pasión son exhibidas en mítines o conferencias de prensa. En esta vorágine muy pocos piensan en el concepto ganar-ganar. Priorizan el ganar-perder, con el riesgo de que esa vía pueda derivar en un contundente perder-perder.
El punto de disputa ha sido, es y seguirá siendo Andrés Manuel López Obrador. Tiene la habilidad de ser siempre el tema. Él es la fortaleza del PRD, pero al mismo tiempo su debilidad. Cohesiona o repele, dependiendo de quién se trate. El ciudadano común simplifica el problema: o estás con él o contra él; lo amas o lo odias. Nada de medias tintas.
El fenómeno ocurre con todos los líderes carismáticos. Por eso en 2006, ante la ausencia de liderazgos similares en la derecha, fue necesaria la formación de una coalición de intereses conservadora para enfrentarlo. Felipe Calderón, el beneficiario, vio claro el panorama desde el principio. En diciembre de 2005 se reunió con empresarios y les dijo que aquello era una guerra y las guerras, como bien decía Napoleón, se ganan con tres cosas: dinero, dinero y dinero.
Calderón está en guerra desde entonces. La Presidencia, a fin de cuentas, sólo fue una batalla más, no la decisiva. Tan claro está, que López Obrador no ha sido destruido. Si en política no hay derrotas definitivas ni victorias para siempre, con más razón se puede apelar a este argumento cuando lo que está en disputa es el modelo de país. En ese campo la lucha ha sido, es y será a largo plazo. Y en eso están los dos grandes polos, que en ocasiones se ven fortalecidos o disminuidos por segmentos moderados.
Me detengo en ese punto: los moderados. En la izquierda, a fin de cuentas, existe también una confrontación interna. Aunque las dos grandes visiones coinciden en las causas y en la mayor parte de las metas y objetivos, difi eren en la estrategia y en la táctica. No es algo nuevo, aunque había estado un tanto oculto o soterrado para la gran masa. Pero después del 2006, las divergencias se han hecho cada vez más públicas y los señalamientos han subido de tono. He ahí la importancia de estos comicios intermedios del 2009.
El 5 de julio se podrá responder cuál delas dos estrategias obtuvo mayor respaldo del elector: la que apuesta por la moderación en el discurso y el acercamiento con el gobierno, o la radical que cree en la movilización social y en el desconocimiento del gobierno. Claro: también puede ocurrir que los votantes castiguen ambas opciones.
Regreso al tema Iztapalapa. Los críticos obradoristas censuran que el líder haya llamado –y también la forma en que lo hizo-- a votar por un candidato de paja del PT, para que éste renuncie una vez ganada la contienda, y los legisladores locales y el jefe de Gobierno designen a Clara Brugada, la candidata desconocida por el tribunal electoral, cuando quedan unos cuantos días para que se realice la elección, y con su nombre ya impreso en las boletas electorales. Los seguidores del tabasqueño, en cambio, argumentan que el fondo es la subordinación del TEPJF al gobierno, y lo otro son consecuencias. Que no pueden permitir la jugarreta.
Iztapalapa hizo que Jesús Ortega, presidente nacional del PRD, amenazara con expulsar, después de los comicios, a todo aquel militante que apoye a otros partidos. Abrió la polémica en plena etapa electoral, lo cual no parece muy racional. ¿La dirigencia de ese partido se atreverá a expulsar de sus filas a López Obrador? Eso está por verse. Depende del costo-beneficio de tal acción.
Algunos datos: en las elecciones presidenciales de 2006, el PRD tuvo su nivel electoral máximo con 35.3% de votos, casi 18% arriba de la votación promedio que obtuvo en comicios presidenciales anteriores. Este porcentaje se debe en gran medida a los sufragios que atrajo López Obrador. En las elecciones presidenciales de 1994 y 2000 el PRD obtuvo una votación en torno a 16.5%. En las intermedias para diputados federales durante el período de 1991 a 2003 el promedio fue de 17.2%, contando que en 1997 tuvo un pico de 25.7%, muy arriba de su promedio. En ese tiempo, el dirigente nacional del perredismo era López Obrador.
Todas las encuestas conocidas hasta hoy coinciden en que el ex jefe de Gobierno del DF ha perdido adeptos. Parte del capital político de que dispuso en 2006 ha regresado al PRI o pugna hoy por el voto nulo o en blanco. El porcentaje es aún incierto. La otra duda es si el capital de que aún dispone, o qué parte de él, puede pasar a PT y Convergencia. De nueva cuenta: el porcentaje está por verse.
Sea cual fuere el resultado de los comicios del próximo 5 de julio, con todo y las diferencias estratégicas y tácticas, y aún con las amenazas y agravios mutuos, es obligado iniciar la gran discusión, tantas veces pospuesta, del presente y futuro de las izquierdas. ¿Es posible la unidad? ¿Es viable el Partido-Frente, como lo propuso hace algunos meses Foro Nuevo Sol, la expresión del PRD encabezada por la gobernadora de Zacatecas, Amalia García? En este momento no parece un dilema. La respuesta es no. Pero de aquí al 2012 aún queda un largo camino por recorrer
lunes, 22 de junio de 2009
Retorno al estado de naturaleza
Como buen creyente, Miguel de la Madrid tenía que pasar por tres etapas básicas para obtener el perdón: reconocimiento de culpa, arrepentimiento y reparación del daño. Parecía estar en ese camino al hablar del pacto de impunidad y de su equivocación al escoger sucesor. Pero ante el impacto de sus declaraciones en época electoral –acusó de corrupción y de ligas con el narcotráfico al clan Salinas–, los aludidos y la cúpula priista ejercieron tal presión que el susodicho firmó un texto humillante, en el que desmintió sus propios dichos por razones de salud, como si miles de personas no lo hubiesen escuchado.
Con este acto, De la Madrid se convirtió en un cadáver político insepulto, pero también –otra vez sin querer—confirmó el pacto de impunidad, y acentuó la conducta criminal y mafiosa de las cúpulas del PRI y PAN, que cogobiernan el país desde 1988. Este estado de cosas es ajeno por completo al tantas veces publicitado Estado de Derecho, que sólo existe en la propaganda del régimen y en la imaginación de unos cuantos ingenuos.
La catarata de miasma que ha caído sobre la clase gobernante, una vez concluida la epidemia de influenza, ha sido producida por ella misma y por algunos satélites como el empresario Carlos Ahumada, beneficiario y víctima a la vez del juego llamado poder. Pero quien abrió el fuego, sin duda, fue el panismo.
Torpe Germán Martínez y su jefe, que en aras de ganar para su partido unas elecciones intermedias que poco cambiarán la actual correlación de fuerzas en el Congreso –hay que recordar que el PAN en el Senado es minoría y que cualquier reforma importante tiene que ser sancionada por ambas cámaras–, dinamitaron la convivencia política y social, al acusar la paja en el ojo ajeno sin reparar la viga existente en el propio.
Torpes todos los involucrados en esta guerra de lodo: no se dan cuenta que el régimen está en fase terminal y que su estrategia significa echar más combustible a la hoguera. No son arreglos cosméticos lo que se requiere, sino la refundación del Estado mexicano y el restablecimiento del pacto social que Vicente Fox, en su ignorancia y estupidez, dinamitó.
Si el guanajuatense hubiese leído a Thomas Hobbes, o si por lo menos Alfonso Durazo se lo hubiese explicado a Martha para que ésta, a su vez, se lo tradujera a él, quizá Fox se habría dado cuenta de la inconveniencia de retornar al estado de naturaleza en el que actualmente nos encontramos. Porque, en tal circunstancia, todo se vale.
Torpe el senador Ricardo Monreal –usualmente un hábil operador— que se dejó llevar por la víscera, y, apelando a reales o supuestos agravios, quiso aprovechar la grave fuga de reos en un penal de Zacatecas para ajustar cuentas con la gobernadora Amalia García, sin reparar en que se estaba disparando en el pie. Cometió un error estratégico cerril y el gobierno federal atizó la pugna entre los antiguos correligionarios, hoy enfrentados, para desviar la atención de las acusaciones de narcotráfi co que pesan sobre la administración panista de Morelos.
¿Qué sigue? Al parecer, el aumento de la pugna hasta un punto de no retorno. Están en una riña campal de todos contra todos. Bien decía Jesús Reyes Heroles que no debía de despertarse al México bronco, porque después resultaría incontrolable. Pero Felipe Calderón, cual peleador callejero, escogió el camino de la confrontación y la discordia como parte nodal de su estrategia legitimadora. A estas alturas me parece que es cada vez más claro su error.
La repetición de la historia –primero como tragedia, después como farsa— parece encontrar sustento en la entrevista Aristegui-De la Madrid: puede tener un efecto tan devastador para el régimen como la que tuvo en su momento el encuentro Creelman-Porfirio Díaz.
miércoles, 3 de junio de 2009
Periodista
lunes, 1 de junio de 2009
La personalidad autoritaria de Calderón
En la Alemania de 1933, los nazis no tenían la mayoría parlamentaria cuando ascendieron al poder: 196 diputados sobre 584. De hecho, habían perdido 34 legisladores (llegaron a tener 230) y 2 millones de votos (11 millones 737 mil, contra 13 millones 745 mil) respecto a las elecciones de julio de 1932. Para detenerlos se requerían ciertos compromisos y la modificación de las reglas del juego, pero los demócratas rechazaron entrar en conflicto con ellos.
Los nazis se dieron cuenta de la pusilanimidad y cobardía de sus adversarios, y lo que hicieron fue aumentar la apuesta. Cuando Hitler ya era canciller, sus seguidores aún no obtenían la mayoría: 288 escaños sobre 647. Lo que hicieron fue empujar y empujar hasta hacerse del control total en muy poco tiempo. Diversos actos de fuerza y autoridad, en realidad fueron actos propagandísticos fríamente calculados, cuyo objetivo era concentrar cada vez más poder. Tal cual ocurre hoy en México.
El discurso guerrerista de Hitler en esa época, se parece mucho al de Felipe Calderón hoy.
Pero también, y sobre todo, el discurso moral. Contra la corrupción y la mentira, el alemán reclamaba, igual que hoy lo hace el mexicano, la regeneración moral, la unidad y el sacrificio. ¿Estado fascista? Hitler lo llamaba Estado ético. Y Calderón, simplemente, Estado de derecho.
Igual que Hitler, Calderón posee una personalidad autoritaria. Muchos aspectos de esa personalidad ya habían sido descritos en 1941 por Erich Fromm en Miedo a la libertad, pero el estudio fundamental, en este campo, es la monumental obra de Theodor W. Adorno y sus colaboradores: La personalidad autoritaria, publicada en 1950.
La investigación de Adorno describe los rasgos del individuo potencialmente fascista, cuya estructura de la personalidad es tal, que lo hace particularmente sensible a la propaganda antidemocrática. Por un lado, existe una fuerte disposición a la sumisión (Calderón lo era con su mentor político Carlos Castillo Peraza), y por el otro, un poderoso impulso hostil y agresivo (la defenestración de Santiago Creel). En el primer caso existe una creencia ciega en la autoridad y en la obediencia esmerada a los superiores, y en el segundo prevalece el desprecio a los inferiores y la disposición a atacar a los débiles o a las personas que se consideran socialmente como víctimas (¿alguien recuerda a la indígena Ernestina Ascencio?).
El autoritario tiende a pensar en términos de poder y reacciona con furia –es famosa la “mecha corta” de Calderón– ante todos los aspectos de la realidad que afectan, real o imaginariamente, sus relaciones de dominio. Se refugia en un orden estructurado de manera elemental e inflexible (el que manda es el presidente), es intolerante frente a las ambigüedades (estás conmigo o contra mí), piensa y se comporta a través de estereotipos (nosotros los buenos, ellos los malos), y acepta supinamente todos los valores convencionales del grupo social al que pertenece (la familia está compuesta por papá, mamá e hijos; no al aborto ni a los matrimonios gay).
La interpretación que Adorno y sus colaboradores hicieron de la personalidad autoritaria tiene una fuerte influencia del creador del psicoanálisis, Sigmund Freud. Así, una relación jerárquica y opresora entre padres e hijos crea en éstos una actitud muy intensa y profundamente
ambivalente respecto de la autoridad. Es decir, las llamadas sumisión y agresión autoritarias ya referidas. Se trata de un mecanismo mediante el cual el individuo busca inconscientemente superar sus conflictos interiores profundos, que desencadenan los dinamismos de ese tipo de personalidad. Para salvar su propio equilibrio amenazado de raíz por impulsos en conflicto, el autoritario se aferra a todo lo que es fuerza y potencia y ataca todo lo que es debilidad.
¿Por qué será que la canción favorita de Calderón es El hijo desobediente? En esta canción popular michoacana, el héroe comete un parricidio. Nada más y nada menos.
Carlos Castillo Peraza, el ideólogo panista que fungió como padre político de Calderón, sabía, y lo decía a sus cercanos, que para el despegue su pupilo necesitaba matarlo, políticamente hablando. Es decir, cometer un parricidio. Eso fue lo que hizo.
En cambio, a su padre real, Luis Calderón Vega, Felipe lo mató, simbólicamente hablando, de otra manera: mientras aquél renunciaba al PAN –del que había sido fundador– en los años 80, por la ausencia de ética que imperaba en ese partido, casi al mismo tiempo su hijo optaba por convertirse en militante activo.
Si alguien tiene dudas de la personalidad autoritaria de Calderón, bastará con que recurra al texto de Adorno para disiparlas. Y entonces corroborará, casi rasgo por rasgo, la proclividad al fascismo de este michoacano, uno de cuyos primeros actos de gobierno fue ponerse un uniforme militar –aunque le quedase grande–, y luego hizo lo propio con sus hijos en un evento oficial.
“El PAN era un partido de clases, no de clase. Ahora se pretende convertirlo en un partido de una sola clase: la empresarial. Allí quieren llevarlo”, decía Luis Calderón Vega en 1984, al ver la confluencia de los grupos patronales de Monterrey, Chihuahua y Sonora. ¿Quién lo diría? Todos esos grupos, y varios más, formarían en 2006 la coalición conservadora que llevó a Los Pinos a su hijo Felipe, según su propia confesión, “haiga sido como haiga sido”.
Un caso Emancipator de Promoción de la salud
¿Quién no se ha emocionado alguna vez con el cuento de la cenicienta? Es una historia recurrente, pero que siempre emociona. La idea de una persona que, a pesar de sus deficiencias o adversidades, se sobrepone a su propio destino y logra alcanzar reconocimiento, amor o dignidades que parecía no le serían accesibles nunca. El cine, la televisión, la literatura y hasta el cancionero romántico nos han llenado de esos personajes entrañables, hombres o mujeres indistintamente, que pese a sus condiciones pasan de patitos feos a cisnes y, gracias a la justicia que la historia les hace, se casan con el príncipe azul o consiguen lo que buscan, desde un amor aparentemente imposible hasta una competencia deportiva o un concurso de talento. La receta es tan efectiva que nunca falla y quien lee, escucha o ve una historia con esta fórmula terminará con una sonrisa y con una sensación de que el mundo funciona.
Estamos condicionados a responder favorablemente a este tipo de personajes por dos motivos: uno, porque desde la infancia aprendimos que “así son los buenos” de las historias y nos emociona cuando ganan; el segundo, porque nos identificamos con ellos. Es parte de la magia de ser comunes, es decir, de pertenecer a una comunidad. Ver que alguien como nosotros triunfa nos ayuda a imaginar que nos puede pasar también. Algo así como empatía por identidad y solidaridad.
Creo que a estas alturas, la mayoría de quienes lean este texto ya han visto en You Tube o en las noticias el video de Susan Boyle y se han llevado la misma grata sorpresa de quienes lo vieron en vivo. La mayoría, si lo vimos sin saber de antemano de qué se trataba, pensamos que esa solterona, con apariencia de tener edad más avanzada de la que tiene, rechoncha, provinciana, desaliñada, sin maquillaje, con el pelo hecho un desastre, un vestido de abuelita de comedia, la mirada perdida, fanfarrona, medio tonta y casi ridícula, no sería en un concurso londinense de búsqueda de talentos sino el gran hazme reír; una especie de Sammy (el de Derbez) femenino que te haría carcajear un rato como tantos videos en You Tube. Cuando canta las primeras notas todo cambia. Entre quienes, como los jueces y el público del lugar, oímos por primera vez a esa mujer algo pasa que nos hace un nudo en la garganta. No creo que sea sólo la canción, no creo tampoco que sea la voz maravillosa de Susan Boyle, es más bien que pocas veces se tiene la oportunidad de descubrir, en carne y huesos, una Cenicienta de verdad.
Algo transmite, algo que no sé explicar, pero que nos recuerda a quienes lo vemos que la belleza está en todas partes y que a veces son nuestros ojos, prejuicios y cinismo los que nos hacen ver calabazas donde hay belleza. Sólo sé que hay fragmentos de la canción en que simplemente dan ganas de sacarte el corazón, ponerlo en una canastita y llevárselo a la mujer que canta, creo que eso ha hecho que ya más de 100 millones de veces se haya visto el video en You Tube.
Es aquí donde se aplica lo visto en el modelo Emancipator de PS, antes de querer aplicarlo con los demás debemos hacerlo nuestro, entender y aplicarlo a nuestra vida. No es necesario instruir a la gente sobre la PS, es hacer que uno comprenda al otro sin prejuicio alguno como hacen una minoría de los catedráticos que conozco.
Ella cantó I Dreamed a Dream, de Los Miserables. Yo esperaba que el sueño se le cumpliera y se convirtiera en la cenicienta que es, pero el sábado sufrió un retraso (no una perdida) en su meta, llegara un poco tarde, pero llegara con un mayor ímpetu y apoyo de todos.
Estoy seguro de que ya todos lo vieron, pero de no ser así, es cosa de dar clic en el siguiente enlace
http://www.youtube.com/watch?v=9lp0IWv8QZY
Dejen fuera los prejuicios e invítense a observar mejor al otro a entenderlo, a acompañarlo y ¿porque no? a disfrutarlo.