lunes, 25 de julio de 2011

ESTA ES LA HISTORIA DE UN NIÑO, QUE DESPERTÓ UNA MAÑANA Y LE PREGUNTÓ A SU MADRE, MAMÁ: ¿QUÉ PASARÍA SI NO HUBIERA NEGROS EN EL MUNDO?

Su madre pensó por un momento, y luego le dijo: Hijo, hoy tu me vas a acompañar, y veremos como seria la vida si no hubiera negros en el mundo. Dijo la madre, ahora ve a vestirte para que empecemos. El niño se marchó a su cuarto, para ponerse su ropa y zapatos. Su madre lo miró y le dijo, hijo, donde están tus zapatos? Y esa ropa que llevas está arrugada, yo tendré que planchártela. Pero cuando ella fue en busca de la mesa de planchar, esta no estaba allí. Ves hijo, Sarah Boone, una negra, fue quien la inventó y Jan Matzliger, un negro, fue quien inventó la máquina que se usa para adherir el zapato a la suela.

Bueno, dijo la madre, ve y hazte algo en el pelo. El niño corrió a su cuarto para peinarse, pero el peine no estaba allí. Ves, le dijo su madre, Watter Sarnmons, un negro, inventó el peine. El niño opto por cepillarse su pelo, pero el cepillo tampoco estaba allí. Tu vez, le dijo su madre, Lydia O. Newman, una negra, inventó el cepillo para el pelo.

La madre dijo luego a su hijo, vamos a hacer las tareas de la casa y luego vamos a la tienda a hacer mandado. El niño tenía como tarea barrer el piso. El niño barrió sin descansar. Cuando el fue en busca del recogedor de polvo, este no estaba alli. Tu ves, le dijo su madre, Lloyd P. Ray, un negro, inventó el recogedor de polvo. El tuvo que amontonar la basura en una esquina de la casa y dejarla allí. El niño luego decidió trapear el piso, pero cuando fue en busca del trapeador, este no estaba allí. Ves, le dijo su mamá, Thomas W. Stewart, un negro, inventó el trapeador. El niño grito a su madre, mamá, yo no tengo suerte. Bueno hijo, déjame terminar de lavar la ropa para que prepararemos una lista de mandado para ir a la tienda a comprar.

Cuando la ropa terminó de ser lavada, ella fue a colocar la ropa en la secadora, pero la secadora no estaba allí. Tu ves mijo, dijo la madre, George T. Samon, un negro, inventó la secadora.

La mamá le solicito un lápiz y papel a su hijo, para preparar la lista de mandado que llevarían al mercado. El niño corrió a buscar el papel y el lápiz, pero notó que el lápiz estaba despuntado. El joven esta vez también tuvo poca suerte, porque John LoveT un negro, inventó el sacapuntas.

La mamá trato de conseguir una pluma, pero tampoco había pluma, porque William Purvis, un negro, inventó la pluma fuentes. A propósito, Lee Burridge, un negro, fue quien inventó la máquina de escribir, y W. A. Lovette, otro negro, inventó la máquina impresora avanzada. El niño y su madre decidieron marcharse al mercado. Cuando el niño abrió la puerta de su casa, notó que el pasto estaba tan alto como el. Su madre le dijo, ves, la cortadora de grama la inventó John Burr, un negro. Ellos se dirigieron al automóvil, y se encontraron con que este no arrancaba. A lo que su madre le dijo, ves, Richard Spikes, un negro, inventó el sistema automático de velocidades y Joseph Gammel, otro negro, inventó el sistema de supercargado para máquinas de combustión interna.

El niño y su madre también observaron que los vehículos en circulación chocaban con mucha frecuencia, por la falta de semáforos. Ella le señalo, tu ves, Garret A. Morgan, un negro, inventó el semáforo. Ya se estaba haciendo tarde, y decidieron continuar su camino hacia el mercado, realizaron su compra y regresaron a casa. Al llegar a su hogar, después de sacar la leche, los huevos y la mantequilla de sus bolsas, notaron que el refrigerador estaba ausente. A lo que dijo la madre, tu ves mijo, John Standard, un negro, inventó el refrigerador. Entonces decidieron dejar los comestibles sobre la mesa.

A todas estas, el niño empezó a sentir frío. La mamá fue a encender el aparato de calefacción, el cual no estaba allí. Ella le dijo a su hijo, sabes, Alice Parker, una negra, fue quien inventó el aparato de calefacción. Aun en el verano, ellos tampoco habrían tenido suerte, porque Frederick Jones, un negro, fue quien inventó el aire acondicionado.

Era casi la hora de que el padre del niño llegara a casa.El mencionado señor, usualmente toma el autobús para dirigirse a su casa. Pero no había tal autobús, porque el precursor de ese medio de transporte fue el tranvía eléctrico, cuyo invento lo realizo Elber R. Robinson, un negro. El papá del niño, quien trabaja en una oficina de un veinteavo piso, usa el elevador frecuentemente, pero esta vez no había elevador, porque Alexander Miles, un negro, fue quien lo inventó. El niño también acostumbraba arrojar sus cartas a un buzón de correos de la localidad, pero ahora el buzón no estaba allí, porque Philip Downing, un negro, fue quien lo inventó. Y a propósito, fue también un negro, William Berry, quien inventó el matasellos de correos. Después de un arduo día, el niño y su madre se sentaron ante la mesa del comedor, con la cabeza entre sus manos. Cuando el padre por fin llego a casa, este les pregunto, porque están sentados a obscuras? Bueno, porque Lewis Howard Latimer, un negro, fue quien inventó el filamento que contienen los bombillos, Aquí no estamos mencionando si el niño estuviese enfermo y necesitase una transfusión sanguínea para salvar su vida. Esta habría podido realizarse, debido a la proeza que hiciera el doctor Charles Drew, un científico negro, quien consiguió la forma para preservar y almacenar sangre, lo que dio inicio al primer banco de sangre del mundo. Que tal si el niño hubiese necesitado de una cirugía del corazón. Esto no habría podido ser posible, sin la primera operación de corazón abierto realizada por el doctor Daniel Hale Williams, un científico negro.

El niño pronto aprendió, como sería la vida si no hubiera negros en el mundo. Si usted alguna vez se ha hecho la misma pregunta que este niño. Donde estaría la humanidad sin nosotros? La respuesta es muy simple. Estaríamos en una gran obscuridad.

miércoles, 6 de julio de 2011

La importancia del dato en la salud pública

El 29 de junio la agencia gubernamental farmacéutica sueca(Läkemedelsverket) presentó los resultados de una revisión de todos los casos de narcolepsia (enfermedad neurológica crónica e incapacitante ocurridos en menores de 19 años durante el periodo 2009-2010. La revisión
demuestra que los que fueron vacunados contra la influenza A/H1N1 con Pandemrix o Arepanrix tuvieron 6.6 veces mayor riesgo de desarrollar esa enfermedad. Los hallazgos son coincidentes con otro estudio finlandés. Recordemos que 8 millones de mexicanos recibieron esta vacuna.

El estudio sueco fue posible gracias a un registro, confiable y exhaustivo, de morbilidad que permite detectar alteraciones en la incidencia de enfermedades aunque sean relativamente infrecuentes y establecer la relación epidemiológica con la causa inmediata. Es una demostración de la importancia del dato en la salud pública. El tema de la importancia del dato confiable y exhaustivo adquiere mucha relevancia en una época caracterizada por su (fetichismo) idolatría del “dato”. Recibimos abundante información numérica cotidianamente que se presenta como una demostración de la verdad sobre uno u otro hecho, como la evidencia empírica de tal o cual suceso.

Los investigadores mexicanos de salud pública y de las políticas de salud nos enfrentamos a datos oficiales contradictorios entre sí y en muchas ocasiones inverosímiles o hasta extravagantes. Por ejemplo, en la página oficial del Seguro Popular (SP) se sostiene que éste cubre mil 400 enfermedades cuando su catálogo sólo consigna 275 intervenciones y 49 de “gastos catastróficos”. Es de notar que el concepto “intervención” se refiere a procedimientos específicos que no cubren la totalidad de la atención requerida para una enfermedad en sus distintas fases. Es decir, el SP no cubre enfermedades sino procedimientos lo que resulta en un proceso de atención fracturado e incompleto.

Otro ejemplo son los datos del número de derechohabientes de la seguridad
social en 2010. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que son 72.5 millones, de los cuales 35.4 pertenecen al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y 7.2 al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). El IMSS reclama una cobertura de 52.3 millones y el SP de 42.2 millones de personas. Si se suman los datos proporcionados por el IMSS y por el Seguro
Popular más los del ISSSTE hay una discrepancia de 29 millones respecto al
dato del INEGI. Aun restando los 7.1 millones de derechohabientes del IMSS
que no son usuarios, hay una diferencia de 22 millones.

En el caso del SP no se señala la diferencia entre personas inscritas y usuarias. Hay además graves inconsistencias entre las características reportadas de los afiliados al SP respecto de los datos poblacionales: ¡38 por ciento! está clasificadas como de los deciles I o II, o sea del 20 por ciento más pobre de los mexicanos, y las familias con jefatura femenina sobrepasan en 2 millones el total nacional de las de ese tipo. La próxima declaratoria de “cobertura universal de salud” carece de sustancia concreto con tal inexactitud en los datos.

Sobra decir que la poca confiabilidad del denominador para cualquier cálculo de recursos respecto a la población cubierta resta validez a este tipo de indicadores que deberían de ser la base mínima de cualquier proceso serio de planeación.

En salud está de moda argumentar que las políticas públicas deben estar “basadas en evidencias” que, las más de las veces, equivale a decir estar sustentadas en datos. Es de por sí cuestionable si este concepto, tomado de la medicina clínica y los estudios experimentales estrictamente controlados, se puede trasladar a los procesos complejos de las políticas públicas y en este caso cuáles son los datos o evidencias a tomar en cuenta.

El problema no se hace menor cuando se analiza el tipo de dato-información que se utiliza. Un ejemplo es el muy favorecido indicador de impacto “años de vida saludable” que resulta ser construido parcialmente en valores imputados o estimados lo que le rinde un carácter poco exacto y cargado de juicios de valor.

Las políticas mexicanas de salud “basadas en evidencias” acumulan de esta manera la inexactitud de los datos básicos y la imperfección de los indicadores construidos de uso común. Los investigadores deberíamos exigir que las autoridades depuren sus bases de datos oficiales y hagan transparentes las razones de las diferencias entre una y otra fuente. Sólo así podemos hacer estudios científicamente válidos y socialmente útiles.

martes, 5 de julio de 2011

El triunfo del abstencionismo en el EdoMex

hernandez-bipartidismoExisten muchos textos sobre el abstencionismo electoral, escritos por destacados académicos que durante años han estudiado el fenómeno. Pero en cada proceso electoral las experiencias sobre el terreno de juego son enriquecedoras. Permitan compartirles lo que observé en las recientes elecciones del Estado de México.

Durante los últimos años, cada vez que me ha tocado conocer sobre un hecho delictivo, a la gente le pregunto: “¿ya denunció el ilícito ante el Ministerio Público?” y salvo delitos graves, la gente me contesta “¿para qué?, nunca hacen nada, sólo es perder el tiempo”.

Una frase muy similar me tocó escuchar estos días en las elecciones del Estado de México al preguntarle a la gente por qué no fue a votar: “¿para qué?, nunca hacen nada, sólo es perder el tiempo”, “aunque uno no vote por ellos, siempre ganan los mismos” y frases similares.

Los estudios de medición de las encuestadoras el día de las elecciones es sobre las preferencias de los que asisten a votar, pues nos interesa saber quién va a ganar. No nos interesa saber por qué la gente no salió o fue a votar. Digamos que ya nos acostumbramos a saber que vivimos una época donde el abstencionismo derrota porcentualmente a todos los que salieron a votar por todos los partidos políticos.

En el Estado de México no fue la excepción, el abstencionismo se impuso y Eruviel Ávila tendrá que gobernar dicha entidad con apenas el 27% del electorado, no obstante haber ganado por 3 a 1 a su más próximo y cercano competidor Alejandro Encinas, en una de las elecciones más inequitativas y desiguales que se tenga memoria.

Seguramente surgirán muchos estudios y análisis porque ganó el PRI con tan amplio margen, pero poco se dirá porque perdieron todos los partidos contra el abstencionismo.

Para la mayoría del pueblo, no acudir a las urnas tiene que ver con ese “perder el tiempo”, la abulia, desgano, desánimo es mayoritario. El común de la gente no está viendo en los procesos electorales nada que tenga que ver con mejorar sus condiciones de vida, sus oportunidades de trabajo, el que los jóvenes tengan acceso a la educación media superior o que se mejore la seguridad pública.

No vinculan los procesos democráticos porque el discurso de la política ya se desgastó, se deslegitimó hace tiempo, la gente no vincula ir a las urnas con nada que le interese, “¿para qué?, es perder el tiempo, nunca hacen nada”.

A lo anterior, hay que agregarle que las elecciones se han convertido en campeonatos de entrega de dádivas de toda clase que implique la compra del voto. Las promesas de campaña se tienen que firmar ante notario porque ya nadie cree que las vayan a cumplir. O tenemos que entregar una tarjeta simulada, La cumplidora, para decirle a la gente que es neta lo que vamos a prometer si se llega a gobernar. En uno u otro sentido, la gente ya no cree. Hemos convertido en un circo lo que debería ser un proceso cívico de la más alta seriedad.

¿Qué implica que más de la mitad del electorado no acuda a votar? Pues que los procesos electorales carecen de legitimidad de origen. Que esa deslegitimidad se transferirá al que triunfe para gobernar, que se está gobernando realmente con minorías electorales que hacen más pesada la falta de consensos para el ejercicio de gobierno, incluso que los márgenes de gobernabilidad se irán acotando conforme avance el desgaste que implica gobernar.

Que estamos simulando vivir en un sistema de partidos políticos preocupados por desarrollar la democracia, pero la verdad es que unas élites controlan la vida interior de los partidos y estos a su vez saben perfectamente bien que no gobierna el que tiene a las mayorías, sino los que ganan las elecciones.