lunes, 28 de septiembre de 2015

Aliviando a Daniel San

El pasado 5 de septiembre acudí al Encuentro de mensual de Taekwondo en el salón Cirilo Marmolejo, para cubrir las eventualidades medicas del mismo. Asunto muy normal, hasta que a media jornada surgió una digresión interesante.

Al ser un deporte de contacto es inherente un daño físico directo, y fue en uno de ellos donde al revisar y atender (con clorhidrato de bencidamina y un vendaje) al niño afectado note que no podía continuar el combate. Le notifique al entrenador y al juez de la contienda.

El juez dio por terminado el encuentro, pero el entrenador me increpo que por que no le había aplicado Cloruro de etilo o algo similar, que no podía suspender el combate y que su alumno tenía todo para ganar. Le indique que no traía dicho compuesto y que, aunque así fuera el chico no podía continuar. Muy molesto se retiró echando maldiciones en mi contra por una pelea donde no había nada en juego y era meramente recreacional, pero donde deseaba una recuperación tipo Karate kid y demostrar quien es el mejor (suena en ese momento The moment of truth de Survivor).

El cloroetano tan mencionado y usado en los partidos de futbol es la mágica “panacea” que hace que después de una dura entra entrada contra Javier Hernández que lo dejaría tullido, segundos después pasmosamente continúa driblando y metiendo goles. Esto al engañar al cerebro por medio del SNC, el cerebro sabe que hubo una contusión, quemadura, etc. Pero este gas al evaporarse en la piel, absorbe calor provocando un súbito y fuerte enfriamiento, causando una respuesta en la misma vía que la del dolor y supliéndolo, ahora se tiene frío y el dolor “desaparece” permitiendo continuar la actividad, pero donde el dolor enmascarado creara una lesión mayor por continuar la actividad deportiva.

Es aquí donde debo mencionar la irresponsabilidad del entrenador quien en su afán de “ganar” no le interesa la integridad de su deportista, siendo más grave el que sea un niño y peor aun cuando no se ganara nada al final. Un entrenador debe cubrir varios aspectos, ser flexible (adaptarse a situaciones), organizado (estructurar objetivos), proactivo (responder a los problemas), curioso (buscar nuevas alternativas y oportunidades), pero sobre todo preocuparse por el bienestar del deportista.

La dupla deportista-entrenador debe ser una simbiosis perfecta, la labor del entrenador debe ser desarrollar y sacar lo mejor de su pupilo, motivarlo, orientarlo, organizarlo, e incluso llorar con el cuándo las cosas no son favorables, en síntesis, dirigirlo a una perspectiva próspera. Debe también saber cuándo dar un paso atrás, o en definitiva detenerse para no afectar el rendimiento del practicante que a final de cuentas también es el suyo.

La salud es lo más valioso y no debe ser arriesgada en vano y menos aún si es ajena; y respondiendo a la pregunta del entrenador de ¿por qué no traía Cloruro de etilo?, es porque es un gas para uso industrial, narcótico, extremadamente inflamable, con posibles efectos cancerígenos, que no aplicare a niños y estando en un espacio cerrado con duela sumando aún más peligro, mucho menos.


Me despido, no sin antes invitarlos el próximo 28 de octubre al V Encuentro de Estudiantes y Egresados de Promoción de la Salud en la UACM-SLT de 9 a 19 horas donde daré una breve charla sobre mi experiencia laboral, que incluye mi participación en esta publicación.


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