sábado, 1 de enero de 2011

2011

Empezó 2011. Nuevo año, nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevos propósitos, muchas cosas nuevas. Eso sí, mismas mañas, mismos defectos (como mi pésima memoria), misma fe, mismo espíritu soñador e innovador y, sobre todo, mismos amigos a los que se agregan los que se han acumulado.

2010 es historia, un año intenso para mí, de mucho aprendizaje y nuevos retos. Cumplimos otro año de sortear la crisis y cada vez nos pega más en lo que podemos y lo que no podemos comprar. Vivimos bicentenarios, centenarios y mucho fútbol, conocimos a un pulpo que se hizo famoso y después nos enteramos que había un cielo para moluscos videntes (qué en paz descanse); nos despedimos de Mexicana de Aviación esperando que vuelva a cruzar el cielo, una paisana se hizo miss universo, supimos que “La Barbie”, con la que juegan las niñas, había embarnecido, se había vuelto machín y lideraba no sé qué maña, supimos que una niña puede estar semanas en su cama sin que ni el FBI la encuentre, nos solidarizamos con Haití y nos emocionamos cuando 23 mineros salieron del hoyo (cuando acá 123 millones no acabamos de salir del nuestro), descubrimos también que hay dos Chinas y que en México secuestran políticos y los regresan listos para trabajar en la alameda. Tantos y tantos eventos bueno y malos ocurrieron en este año que se fue. Pero fue también el año en el que apareció el ángel que termino de cautivarme, y se convirtió en mi domadora.

En cada cosa que pasó, siempre tuve esa compañía muda e impersonal de quienes leen estas líneas, en el blog, en las redes sociales, en mis conferencias y cátedras, sin olvidar mis charlas informales. A todos muchas, muchas gracias y los mejores deseos para 2011.

Si quieres un año de prosperidad, siembra trigo. Si quieres diez años de prosperidad, siembra árboles frutales. Si quieres una vida de prosperidad, siembra amigos. Les deseo que siembren muchos amigos el año 2011.
FELIZ AÑO NUEVO. Estoy seguro de que será un año maravilloso.

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