El único mérito que tenía Vicente Fox para pasar a la historia, que era haber sido el político que sacó al PRI de Los Pinos tras 70 años de autoritarismo, él mismo se encarga ahora de demeritarlo y arriesga ese logro histórico al volverse ahora promotor del regreso de los priístas al sitio de poder del que tanto peleó para sacarlos.
Por más que me pregunto qué le pasa a Fox y en qué momento perdió la noción de las cosas, nomás no entiendo. Porque como Presidente la verdad es que el grandote de las botas y los bigotes de chile relleno nos salió bastante malito; eso sí fue un gran candidato cuando emocionó a la gente con aquello de “sacar al PRI a patadas, a las tepocatas, a los dinosaurios, a las víboras prietas...”.
¡Ah, qué bonito se escuchaba! ¿Se acuerdan? Un ranchero bragado, echador, que con sus botas puntiagudas pateaba dinosaurios en sus mítines mientras decía terca y tozudamente: “Ya, ya, ya”, “hoy, hoy, hoy”, logrando despertar la conciencia de muchos mexicanos que ya no vivían a gusto con el viejo sistema, pero que seguían votando por inercia o por abulia por el PRI, porque predominaba la vieja lógica de “¿y para qué votamos si de todos modos ganará el PRI?”.
Pero toda esa enjundia, todo ese coraje y determinación que sacaron del letargo a una sociedad y que lograron por primera vez la alternancia cuando un partido distinto al priísmo llegó al poder presidencial, hoy parecen haberse esfumado o están siendo tirados a la basura por el mismo Fox. Y de qué manera.
No es la primera vez que Fox enseña su neopriísmo y llama abiertamente a votar por Peña Nieto, cosa que de no ser él quien es, no tendría nada de criticable, pero insistimos, viniendo de quien tanto se ufanó y entusiasmó a tantas personas con la idea de un cambio, la verdad el asunto parece digno de un psiquiátrico.
¿Qué gana Fox apoyando al candidato del PRI? Decía un buen amigo que, en política, como en la vida, lo que no suena lógico, suena metálico.
Y ya hay versiones que aseguran que al ex Presidente le pagó Peña Nieto una buena cantidad de dinero en un convenio con el que le compró cursos y talleres de los que imparte su Centro Fox. El 25 de Noviembre de 2010, cuando aún era gobernador del estado de México, Peña estuvo de visita en el rancho de Fox y recorrió las instalaciones del Centro que lleva su nombre.
Se cree que ahí se selló el pago por los cursos y algo de eso debió haber en aquel encuentro, que fue la primera señal de la conversión de Fox, porque en aquella ocasión, según narró el periodista, Salvador García Soto, en su columna Serpientes y Escaleras, al final, cuando terminaba ya la visita, Peña se despedía del lugar, cuando Vicente llamó a sus colaboradores que miraban la escena: “¡Anden, arrímense, vengan a tomarse la foto con el próximo Presidente de México!”, le decía Fox sin pudor a su propia gente, para sorpresa de Peña y de sus acompañantes priístas.
Desde aquella época nació el romance que hoy tiene a Fox en el centro de las críticas, el rechazo de sus compañeros del PAN y en el asombro e incredulidad de muchos mexicanos, que no pueden creer que aquel botudo al que muchos le creyeron y confiaron en él, hoy resulta que nos dice que todo fue una farsa y que al parecer sólo quería llegar al poder para convertirse en una triste decepción como Presidente para muchos mexicanos.
¡En fin, que yo ya no entiendo nada! Entre las encuestas que no se ponen de acuerdo y algunas elevan a Peña Nieto a una ventaja inalcanzable y otras dicen que El Peje López Obrador ya casi lo alcanza y está a sólo cuatro puntos porcentuales, esta carrera por la Presidencia empieza a ponerse cada vez más turbia y confusa.
Prepárense porque a estas alturas, gane quien gane, parece que habrá otra vez gritos y sombrerazos, como si nada hubiéramos aprendido de aquel convulsionado, polarizante y dividido 2006 que nos dejó tantas heridas.
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