Este año se cumple un siglo del primer día de la Mujer Trabajadora. En 1911, Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza celebraron por primera vez esta jornada, cuya finalidad era reivindicar los derechos de la mujer. Desde entonces, este día se ha extendido a buena parte de los países del mundo, donde ahora se celebra bajo el título de día internacional de las Mujeres, articulado alrededor de una serie de reivindicaciones que rebasan el ámbito laboral.
Uno de los principales rasgos del siglo XX ha sido la incorporación de la mujer, antaño limitada al ámbito doméstico, a todo tipo de tareas profesionales y sociales. Desde que las sufragistas iniciaron sus campañas en pro del voto femenino, el reconocimiento de la mujer ha crecido sin cesar. Su condición social ha sido redefinida por una pléyade de ensayistas, también por un movimiento como el feminista, y sobre todo por la actitud cotidiana de millones de mujeres.
El camino recorrido ha sido, pues, rico en progresos. Sin embargo, la meta de la igualdad no se ha alcanzado todavía. Los datos son en este sentido llamativos. Aunque, como apuntábamos, los progresos de la mujer han sido notables tanto en el terreno universitario como en el profesional, el académico o el legal, la igualdad aún no es real. Eso se debe en parte a las dificultades que comporta la conciliación de las tareas familiares y las laborales en una sociedad en la que el reparto de ocupaciones domésticas dista de estar asumido. En este aspecto, cobra una relevancia decisiva el factor educativo. Por ello es indispensable, si aspiramos a alcanzar, o al menos a rozar, la igualdad, que los niños y niñas sean instruidos sobre lo que son las responsabilidades compartidas. Es cierto que la emigración y la presencia en las escuelas de alumnos procedentes de culturas en las que la igualdad es mucho más precaria que aquí puede ser a veces un obstáculo añadido. Aun así, hay que persistir, convencidos todos, hombres y mujeres, de que este es un viaje sin retorno. Y comprometidos todos para que esa igualdad sea, cuanto antes, un hecho completo y corriente que haga innecesaria la convocatoria del día internacional de las Mujeres
¿Cómo celebrar cuando la mujer en este país vive en condiciones de profunda desigualdad y la equidad es una quimera difícil de alcanzar? El Día Internacional de la Mujer es la oportunidad para hacer balance de nuestra lacerante realidad.
No existe voluntad política en el gobierno de Felipe Falderón (sic) por cambiar el espectro opresivo del aparato del Estado que bloquea la equidad de género en México. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida libre de violencia que el Ejecutivo aprobó con bombo y platillo el 1º de febrero de 2007 es una ley sin efecto, hueca, existente solo en el papel.
Falderón (sic) utiliza esa ley como maquillaje para su gobierno. Es uno de los presidentes más machistas que ha tenido México en la “época moderna” que vivimos. Su desprecio sobre temas de equidad se traduce en una falta de presupuesto hacia el mejoramiento de la vida de millones de mujeres y la ausencia de una apuesta firme para erradicar los problemas más acuciantes sobre materia de género.
La Ley que aprobó es letra muerta. No es para menos. A la vista de los hechos, Falderón (sic) nunca tuvo intención de que funcionara. El inquilino de “Los Pinos” se tardó nada más y nada menos que 13 meses en aprobar el Reglamento de la nueva ley (el plazo legal era de 90 días). Más aún, sus graves errores de origen la hacen inaplicable debido a su ambigüedad y falta de presupuesto.
El Partido Acción Nacional (PAN) y sus grupos dominantes ultraconservadores ubicados en la administración lograron que la ley se aprobara de manera “light” y, como consecuencia, padece de serias inconsistencias, limitaciones, e imprecisiones jurídicas que la hace inoperante.
Además, no existe unidad nacional para el respeto y aplicación de la misma. De los 32 estados de la República solo cinco han creado reglamentos para ponerla en marcha, con la salvedad que de esos, tres: Guanajuato, Oaxaca y Nuevo León, sus reglamentos ni siquiera han sido ratificados por sus gobernadores. La armonización de la ley en la República es inexistente.
Esa Ley fue un primer paso. Verdad. ¿Pero de qué sirve un paso tambaleante que nunca se llega a dar? Las mujeres mexicanas padecen involución y retroceso en materias tan esenciales como la creación de albergues.
Las normas internacionales señalan que por cada 100 mil habitantes debe haber un albergue para atender a las mujeres maltratadas y sus hijas e hijos. En México con 100 millones de habitantes, solo tenemos 60 albergues. La discutible y costosa campaña gubernamental de “…A Patricia ya no le volverán a pegar…”, resulta una broma de mal gusto con estas cifras.
La distancia que separa a las mujeres mexicanas y a las que viven en países con democracias consolidadas es abismal. En México, las estadísticas hablan por sí solas: siete de cada diez mujeres ha vivido violencia, cada dos horas y 20 minutos fallece una mujer por cáncer de mama, cada cuatro minutos una mujer o una niña es violada y por si fuera poco la crisis les afecta más a ellas con un 71 por ciento de los 750 mil empleos perdidos durante el 2008.
Sigamos con el recuento de la realidad: en México hay 100 mil denuncias al año por violación. Este delito es el quinto más importante en cifras, pero no siempre es castigado debidamente, ni gestionado con protocolos internacionales que protejan a las víctimas.
El aborto producto de una violación parece normal, pero aquí sigue teniendo obstáculos administrativos, prejuicios en el sector Salud que permite a médicos negarse a practicarlos y negligencia de las autoridades policíacas y judiciales.
La Constitución Mexicana dice que a puestos iguales salarios iguales, sin embargo en la práctica las mujeres padecen una diferencia de hasta 35 por ciento en los niveles salariales respecto a los hombres que hacen el mismo trabajo.
En el sector Salud las mujeres mexicanas enfrentan graves peligros debido a la desatención del Estado. El cáncer de útero, junto al de mamá, es la primera causa de defunción entre los mujeres de 30 a 59 años, pero todas las mexicanas no pueden disfrutar de los beneficios de la vacuna contra el Cáncer Cérvico Uterino (CACU) en el seguro social porque cuesta 6 mil pesos las tres dosis requeridas.
Las mujeres mexicanas siguen muriendo por enfermedades prevenibles, como el cáncer de mama que provoca 10 muertes diarias en México. No todos los hospitales del sector salud cuentan con equipo moderno para realizar mamografías que a consecuencia del atraso tecnológico resultan dolorosas. No todas las mujeres pueden pagar una mamografía que en las clínicas privadas cuesta de 300 a 800 pesos.
Las enfermedades no son las únicas causas de muerte de mujeres. La violencia es producto de la discriminación y cada vez que una mujer muere a manos de su pareja, entorno familiar o ajeno, el Estado ha fracaso en su deber de propiciar un sistema que prevenga, atienda y sancione debidamente el delito de violencia de género. Por eso, en México más de 30 millones de mujeres son víctimas de violencia hoy en día y el 49 por ciento de los hogares presentan alguna violencia contra las mujeres.
En los últimos 10 años el Ejército Mexicano ha violado a 200 mujeres. En la práctica totalidad de estos casos los militares agresores no han sido castigados por las leyes civiles ya que disfrutan de una patente de corso: el fuero militar. Una casta de privilegiados que continúa ejerciendo violencia sexual en zonas pobres y rurales sin responder a sus delitos.
Al fin y al cabo ¿Cuánto cuesta la vida de una mujer en México? Poco o casi nada.
Los feminicidios son una muestra del escaso valor que el espectro político, social y gubernamental le brinda a las mujeres: en los últimos 10 años, aproximadamente 10 mil mujeres y niñas han sido asesinadas de manera violenta, según estimó en su último informe la Red de Investigadoras Por la Vida y la Libertad de las Mujeres.
Los feminicidos se registran en todo el país y con especial incidencia en Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Cancún, el Distrito Federal, Chihuahua, Nuevo León o Yucatán.
Si la violencia contra la mujer es predecible, entonces significa que es también evitable. Por consiguiente, el que agrede debe irse. Así es en casi todos los países civilizados. Lamentablemente en México es la mujer la que tiene que salir de casa porque las leyes protegen al agresor y si no hay albergues para acogerla, se queda sometida a su pareja soportando durante años o toda una vida, el maltrato físico, psicológico, sexual o económico.
La mujer tampoco tiene acceso efectivo a la tutela de la justicia, ni mucho menos igualdad jurídica frente al hombre. Así será mientras existan jueces y ministerios públicos sin capacitar en equidad de género, machistas y prejuiciosos en torno a los derechos de la mujer. Las leyes sin jueces o fiscales preparados en juzgados especializados o mixtos, de poco sirven.
No sería aventurado asegurar que una parte importante de las madres de familia y mujeres en general no encuentren motivo de festejo este día en sus hogares y al lado de sus seres queridos, pues aún la lucha por conseguir el respeto y la equidad no es suficiente para la mayor parte de las michoacanas y mexicanas.
De acuerdo con información de la Fiscalía Especial para la Atención del Delito de Violencia Familiar del Estado, en el 2009 se levantaron 522 averiguaciones previas en la Subprocuraduría de Morelia, de las cuales 85% corresponden a mujeres, 10% a niños y niñas y el resto a hombres.
Debe resaltarse que del total de las averiguaciones, aproximadamente el 70% de las familias involucradas se desintegran de manera temporal, porque cuando la mujer renuncia, decide alejarse del agresor por temor a ser amenazada o intimidada. También está probado por la PGJE que otro de los riesgos que corren las mujeres una vez que denuncian ante las autoridades a sus cónyuges por estas causas, es el llegar a la muerte. Otro proceso jurídico que procede por violencia familiar y que da muestra de este tipo de humillaciones hacia las féminas, son las actas circunstanciadas que se levantan cuando no se quiere encarcelar al cónyuge o familiar y la persona denunciante solo busca el registro de antecedentes de violencia en contra del agresor o que se le brinde algún tipo de terapia. De estas se levantaron 3 mil 702, de la cuales 3 mil 240 son a mujeres y el resto a hombres.
Sobre ambos procesos -averiguaciones previas y actas circunstanciadas-, el 90% de los casos corresponden a violencia física y el resto a la psicológica, donde la principal víctima son las esposas o las hijas.
Pero lo más lamentable es que las autoridades estatales consideran -por mucho- superior la cifra de amas de casa violentadas, física y emocionalmente por su cónyuges, que no denuncian ante las instancias correspondientes y, por ende, cuyo número de casos se desconoce.
De acuerdo con información de la comisión de Grupos Vulnerables y Equidad de Género, la Fiscalía Especializada para la Atención del Delito de Violencia Familiar de la PGJE llevó a cabo en el 2009 la conciliación de 3 mil 806 asuntos relacionados con este delito, integró 6 mil 604 estudios psicológicos, socioeconómicos y de valoración médico-legista a las víctimas y se canalizaron 529 solicitudes a otras dependencias.
Mientras que a través del Programa Mujer y Salud, se detectaron 2 mil 604 casos de personas en situación de violencia familiar, a las cuales se les otorgó atención médica y psicológica.
Pero uno de los datos que más preocupa a los legisladores es el número de homicidios femeninos, en cuyo rubro Michoacán ocupa el tercer lugar, con una tasa de 3.9, es decir, por cada cien mil mujeres casi 4 mujeres mueren por homicidio, en este sentido se encuentra muy arriba de la tasa nacional que es de 2.4. (INEGI, CONAPO, COLMEX 2006).
La diputada perredista Gabriela Molina Aguilar, declaró que la michoacanas, los derechos humanos representan "el mayor desfase conocido en el mundo del derecho entre la teoría y la práctica", ya que el respeto para las mujeres "puede ser posible en principio, pero en la práctica no se da".
De acuerdo con la estadística de violencia hacia las mujeres en México (Endireh, INEGI, Inmujeres y Unifem, 2006) se estima que más de 133 mil féminas en todo el país sufrieron algún tipo de violencia, de las cuales 95 mil son de zonas urbanas, además, medio millón de mujeres (de las mismas zonas) fueron amenazadas de muerte por sus parejas.
- Por homicidios, suicidios y accidentes, mueren 14 mujeres al día en el país.
- Dos de tres homicidios de mujeres en México ocurren en el hogar.
- De acuerdo con fuentes del congreso local, en los que va del sexenio federal se han registrado 18 mil 713 asesinatos de mujeres ligados al narco
- El 90% de las víctimas de violencia familiar en el Estado son mujeres
- El 90% de los casos de violencia es física y el resto psicológica
- Dos de tres homicidios de mujeres en México, ocurren en el hogar
- El 67% de las mexicanas han sufrido violencia de su pareja
El Día Internacional de la Mujer representa en México una fecha sombría, llena de nubarrones que solo pueden ser despejados por la luz que emanan millones de mujeres dispuestas a seguir en la lucha. Desde aquí mi apoyo mas que moral, en todos los sentidos para aquellas damiselas que cruzan en mi camino defenderé y hare valer sus derechos desde toda trinchera en la que me encuentre (a pesar de que los iluminados me sigan llamando MISOGINO).
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