¿Y quién no lo quisiera? Ser el hombre más rico del mundo, ¿les gustaría? Dicen que el dinero no es la vida ni la felicidad… ah, pero cómo ayuda ¿no? En todo caso se los pregunto porque ayer se dio a conocer la esperada y comentada lista de la revista Forbes que cada año enumera, en un conteo macabro y de humor negro para los que apenas sobrevivimos, cómo crecen las fortunas de los hombres más ricos y, por ende, poderosos del mundo.
Desde hace un par de años el primer lugar de esa lista lo ocupa el mexicano Carlos Slim Helú, el empresario más acaudalado de nuestro país que hoy también se confirma como el hombre con la mayor fortuna en el planeta. Con sus 74 mil millones de dólares, Slim hizo crecer su dinero en 20 mil 500 millones de pesos en el último año, según esa revista, y dejó más atrás a los estadounidenses Bill Gates y Warren Buffet, ubicados en el segundo y tercer lugar del ranking de los millonarios del mundo.
¿Cómo puede decirse que México es un país pobre cuando aquí vive el empresario que más dinero tiene y gana en todo el mundo? No, lectores que no nos engañen, nuestro país no es pobre ni nunca lo ha sido; es, en todo caso, una nación pésimamente administrada, saqueada y asaltada por políticos corruptos y pésimos administradores, pero eso sí, con unos cuantos empresarios y sus familias que han amasado enormes fortunas producto de su trabajo sí, pero también en ocasiones de prácticas monopólicas, corrupción o favores del gobierno.Porque Slim no es el único que aparece en esa lista. Son en total 11 los empresarios mexicanos que figuran en el listado de Forbes y juntos, esos 11 angelitos acumulan una fortuna calculada en 125 mil 100 millones de dólares. Entre los millonetas figuran Daniel Servitje y Roberto González, uno dueño de la panificadora más grande del país y el otro del imperio de las tortillas y la Maseca; ambos empresarios aparecen por primera vez en la relación, lo que habla de una bonanza de sus emporios.
Germán Larrea, de Grupo Minero México; Ricardo Salinas Pliego, de Grupo Elektra; Alberto Ballares, de Industrias Peñoles; Emilio Azcárraga, de Televisa; Alfredo Harp, Roberto Hernández y Jerónimo Arango son otros de los mexicanos que se cuentan entre los ricachones del planeta.
Ah, pero de todos los que aparecen en esa lista el que es toda una perla es Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como El Chapo Guzmán. El narcotraficante más buscado de México (¿o será el menos encontrado?) y se supone que también de la DEA estadounidense, lleva varios años que se burla de todos los que supuestamente lo persiguen y lo buscan sin encontrarlo, y figura junto a los señores del dinero de todo el planeta. Según Forbes, El Chapo tiene una gran fortuna y se codea con los más ricos de varios países.
Si somos, como país y como sociedad, capaces de producir a tantos millonetas, sea con dinero legal o ilegal, entonces no es que seamos pobres o torpes o incapaces; más bien lo que sucede es que vivimos en un sistema, desde lo político a lo económico pasando por lo social, diseñado y mantenido para que sólo unos cuantos acaparen riqueza mientras una inmensa mayoría de mexicanos trabajan por sueldos de miseria.
No, México no es un país pobre, es en todo caso un país con una pésima distribución de la riqueza, un país donde el gobierno no está para ayudar a todos a progresar y hacerlo de manera justa e igualitaria, sino para favorecer a los que más tienen y darles cada vez más negocios y ganancias. Todo está diseñado aquí para que funcione así: las autoridades protegen y ayudan a los ricos, a los pobres sólo les dan migajas y los quieren para que voten, mientras el sistema de justicia se especializa en procesar y sentenciar a jodidos porque los ricos tienen para comprar su justicia.
Perdonen que me exalte, pero yo les pregunto si estamos condenados a vivir así o si eso podrá cambiar algún día y ¿cómo? Yo, por lo pronto, se los digo sin pena y tarareando aquella canción de Juan Luis Guerra del pececito y la pecera: “Quisiera ser Slim, para traer bien repleta la cartera, tener empresas y ganar por donde quiera, oh sí, pasar la vida entera forrado así”.
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