miércoles, 7 de diciembre de 2011

Saber perder

Como Felipe Calderón literalmente se está quedando sin gabinete, no le ha quedado más que acudir a funcionarios de tercer nivel para sacar lo que queda de su administración; su círculo cercano de colaboradores, al darse cuenta que el PAN no repetirá en la Presidencia, prácticamente tiró la toalla y andan en la búsqueda desesperada de candidaturas locales y plurinominales para no quedarse sin chamba.

Hasta la funcionaria que hace las invitaciones en Los Pinos anda apuntada para una regiduría; uno por uno, están dejando solo a su jefe. Y eso se nota en el tono molesto de sus declaraciones, parece que en la visita a Hugo Chávez algo se le pegó de su estilo y nada más le falta culpar al “imperio” de sus fracasos. Pensándolo bien ya lo hizo, pues pese a las palmadas en la espalda que le dio Obama cuando le dijo que era el Eliot Ness mexicano, Calderón criticó a EU por no hacer nada por impedir el consumo y tráfico de drogas.

Aunque nuestro Presidente no canta las rancheras como Chávez, a los legisladores sí les ha recitado el Son de la Negra porque dice que “nada más le dicen sí pero no cuándo”. Yo creo que en lugar de rancheras mejor debería pensar en uno que otro bolero, como ese que dice: “…pero no hay que llorar…

LO MISMO PIERDE UN HOMBRE QUE UNA MUJER. Y así perdió la hermana del Presidente, quien no se resigna de esa derrota estrepitosa en su propia tierra. Ha vuelto al ataque y ordenó al panismo, como consigna, “una y otra vez, diariamente, martillar y martillar” con su verdad. Una verdad sustentada en falsos héroes y mártires que ignora las otras 50 mil vidas de su fallida guerra; tan falsa como decir que perdió en Michoacán por las amenazas del crimen en un proceso con más de 50% de participación, ciudadanos que si realmente estuvieron amenazados, se hubieran quedado en casa. Lo que sí vimos fue a una candidata declarándose vencedora, brincando feliz sobre la tumba de un alcalde asesinado.

Tampoco puedo olvidar la ceremonia en el Campo Marte tras la muerte de Blake Mora; todo iba conforme al ritual, pero en el momento del abrazo a la viuda y su hijita, esos rostros de tristeza estoicamente contenida, se convirtieron en llanto cuando se le ocurrió a Calderón pedirle a sus ayudantes que les entregaran la foto de su papá que estaba al pie del féretro. “Yo no quiero una foto, yo quiero a mi papá”, parecía decirle la niña con la mirada, en un reclamo que se quebró en sollozo salido del fondo del alma.

EL SILBIDITO. También lo siento por el ciudadano común (sobre todo yo), que ya de por sí está hasta el gorro de la campaña del silbidito con que el gobierno federal presume haber construido inseguras carreteras por donde nadie viaja; porque ahora habremos de soportar la estrategia de la cantaleta, tan criticada por él cuando las peticiones de cambiar su estrategia de seguridad; pero que ahora ve adecuada en la versión de martillar y martillar “hasta que penetre en la conciencia nacional” su obsesión por detener al PRI.

JAMES BOND REGIÓN 4. Si ya teníamos un Eliot Ness mexicano, también tenemos la versión región 4 del Agente 007. Alejandro Poiré anunció que acaba de desmantelar una operación que intentaba internar en México a uno de los hijos Gadafi, el dictador libio recientemente asesinado; de inmediato la felicitación del gobierno de EU, que ya aprendió que con una sobada de lomo el gobierno mexicano olvida el tráfico de armas y lavado de dólares de las agencias policiacas gringas.

ESTATE QUIETO. Un oportuno llamado a que no se haga de la seguridad un pretexto del gobierno federal para influir en las elecciones hizo Enrique Peña durante el Foro de la Democracia Latinoamericana, donde estuvo acompañado por el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, y el doctor Lorenzo Córdova, investigador de la UNAM. Peña Nieto fue aplaudido cuando mencionó que no se puede caer en la tentación de impedir el ejercicio de los derechos políticos en aras de la pretendida seguridad; que en materia de elecciones se necesita una actitud similar a la española, donde se sabe reconocer la derrota y se adopta con humildad el triunfo. México, dijo, necesita una democracia de resultados y que no se quiera ganar con juicios lo que no se obtiene en las urnas.

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