En 1821 entra el ejercito Trigarante a la ciudad de México con lo cual se consuma la independencia
Álvaro Obregón fue el único general de la revolución que le hizo ver su suerte a Pancho Villa. Lo llamaron el manco de Celaya; fue el único general que termino invicto su carrera militar; derroto a huertistas entre 1913 y 1914; barrio los campos del Bajío con la División del Norte en 1915 y encabezo la “huelga de generales” que se opusieron a Carranza en 1920 y terminaron con su caída y muerte. Decía Martin Luis Guzmán, que “las balas no parecían tomarlo en serio” y varias veces salvo la vida, incluida la ocasión en que una granada le arrebato el brazo derecho. Una revolución tan cruenta debió curtir su carácter. Por encima de su apego a la vida, estaba su desmedida ambición y si en el largo recorrido hacia la presidencia hubo obstáculos, no dudo en eliminarlos. “Obregón es extraordinario, tipo de temperamento sanguíneo y nervioso –escribió Ramón Puente-, hay en su espíritu contradicciones formidables, cualidades y defectos en confusión: valor, temeridad, audacia, junto con disimulo y sencillez; egoísmo llevado a la egolatría y afabilidad en el trato; desprendimiento y codicia; fuego y frialdad para disponer de la vida humana sin inmutarse. Cualquiera se pega chasco con su carácter efusivo y su apariencia simpática. Sabe dar y quitar lo mismo los honores que la vida”. Gobernó el país de 1920 a 1924, y bajo su régimen comenzó la reconstrucción del país luego del periodo mas violento de la revolución mexicana.
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