“…. Que la religión Católica sea la única, sin tolerancia de otra.”
José María Morelos y Pavón. Sentimientos de la Nación. 1814.
El obispo Onésimo Cepeda afirmó que a él no le gusta dirimir sus asuntos a periodicazos, porque no es mosca; para eso, dijo, hay tribunales a los cuales pueden acudir los que se sienten afectados, y aseguró no tener responsabilidad sobre la acusación que hay en su contra por lavado de dinero ante la Procuraduría General de la República.
Entrevistado en la Basílica de Guadalupe, después de la misa del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución del Episcopado Mexicano, el obispo de Ecatepec aseguró que en México el Estado laico es “una jalada” y no existe; “como abogado” explicó que el país “está formado por pueblo, territorio y poder, es la definición de Estado; el pueblo es laico, no, los maizales son laicos, no, es el territorio laico, no. El gobierno es laico, sí; entonces somos un Estado gobernado por un gobierno laico, esa definición es puro derecho, es una definición aceptable”
Y reconoció que en este Estado sí hay libertad religiosa, aunque “no toda la que debiera, pero sí hay”.
Sobre la denuncia del jefe de Gobierno Marcelo Ebrard contra el cardenal Juan Sandoval Íñiguez indicó que las opiniones del jerarca católico “no atentan contra nada”, pero “si el señor se siente afectado está bien, si me siento afectado por ti te demando, por eso si alguien se siente afectado que demande, para eso es la ley”
El jerarca católico señaló que la ley no se dirime a periodicazos, “a periodicazos se matan las moscas, en el juzgado se ganan los juicios, por eso a mí todavía no me hacen nada, porque no soy mosca, a pesar de que me han pegado periodicazos”.
De manera tajante, afirmó no tener “responsabilidad” sobre las acusaciones de lavado de dinero. Y agregó: “Yo no hablo de ellos, en los tribunales se ganan los juicios, a periodicazos se mata a las moscas, yo no soy mosca, tampoco ellos, por eso no los agarro a periodicazos”.
Cepeda aseguró que no le ha preguntado a su abogado cómo va el caso, pero consideró: “Creo que voy ganando”.
Ante la insistencia de conocer su opinión acerca de los matrimonios de parejas del mismo sexo, el obispo dijo: “Matrimonio viene de matriz, semánticamente hablando está mal llamar matrimonio que engendra y de madre responsable, no hay una matriz que engendra, entonces esta mal usado el término y las uniones de convivencia”.
Sobre la adopción de menores comentó que es problema de la ley, “sostengo que los niños son crueles, cuando llegue un niño y diga mi papá y mamá tienen bigote, pues que, es hijo de la gorda del circo, ellos van a sufrir”.
“Debe excomulgarse a los narcoviolentos, al que mata, al que secuestra, al que tortura”. “Mis 130 millones de dólares (1,664,000,000.00, mil seiscientos sesenta y cuatro millones de pesos al cambio actual) los gane honradamente y con licencia de Dios“. Onésimo Cepeda, “humilde” servidor de Dios.
Que tan cerca están los jerarcas de la iglesia de dar testimonio de vida Cristiana?. Jesús, nuestro Maestro, fue incluyente, humilde, predicaba con el ejemplo, pobre y manso de corazón. Estas declaraciones son cercanas al del Maestro Jesús, que debe ser fuente de inspiración de los que se dicen sus representantes en la Tierra?. y claro a los que nos decimos Cristianos, ya el termino católico lo encuentro arcaico.
¿Bueno sabían que de las más de 500 reformas que ha tenido la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (de la cual fue participe mi bisabuelo) a lo largo de 93 años de su vigencia, el artículo 130 sólo ha sido modificado una vez?
Así es, el artículo 130 original, ese que aprobaron los constituyentes de 1917, vino a ser reformado a instancias de Carlos Salinas de Gortari, en un acto que en su momento muchos criticaron, entre otras razones, por haber utilizado esta reforma como un medio para legitimar su presidencia, y acallar así los airados reclamos de fraude en las elecciones de 1988; bien recibidas por la jerarquía católica puesto que entre las modificaciones más relevantes se encontraba el tan anhelado reconocimiento como sujetos de derechos y obligaciones, aunque fuera en carácter de asociaciones religiosas. Esta modificación trajo también entre otras consecuencias, el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano.
Asimismo, se eliminaba el ominoso control que, según los propios jerarcas particularmente católicos, se había establecido sobre las iglesias: no se les reconocía personalidad jurídica, el Estado se reservaba el derecho a decidir el número de ministros que debían existir en el país, no tenían derecho a votar ni ser votados, ni tampoco a tener propiedades. No se reconocería validez alguna a estudios realizados en establecimientos religiosos, entre otras medidas con las que se pretendió consolidar el Estado laico previsto desde la Constitución de 1856, y la Ley de Culto promulgada por Juárez en 1860.
La confrontación entre el Estado y la iglesia católica ha sido constante y permanente a lo largo de este siglo y medio. Con una población que apenas alcanzaba los diez millones de mexicanos a principios del siglo XX, la católica era una de las religiones con el mayor número de fieles – no obstante la presencia de variantes de grupos llamados protestantes y/o evangélicos iba en aumento -.
La intención de Plutarco Elías Calles de hacer valer la constitución, entre otros aspectos en los límites que debía tener la existencia de la iglesia católica en nuestro país, propició la llamada guerra cristera o cristiada. Al grito de “Viva cristo rey” miles de mexicanos se levantaron nuevamente en armas, pero esta vez contra el recién estrenado gobierno mexicano emanado de la revolución. Ese momento de tensión nacional, fue superado no obstante quedaron heridas que parece ser dejaron guardada durante muchos años, la confrontación pública y directa entre iglesia y gobierno.
En la actualidad, con una población que ya pasa de los 100 millones de habitantes, el panorama de existencia de asociaciones religiosas en México se nos plantea así: de acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación cuentan con registro un total de 7394 asociaciones religiosas! Podemos mencionar algunas: “Iglesia Cristiana Interdenominacional Vida Nueva”, “Iglesia Cristiana el Palacio del Rey”, “Iglesia Evangélica Pentecostés”, “Casa de Dios, puerta del Cielo y fuente de Amor”, “Ministerios Pentecostés, llamada final”, “Concilio Obra Evangélica Luminares del Mundo”, “Centro Cristiano un Camino al Cielo “, “Iglesia Luterana de Ríos de Agua Viva, “Iglesia la Gran Voz de la Trompeta”…
La población protestante en México se acercaba a los 5 millones de personas en el Censo de Población y Vivienda del año 2000, los resultados 10 años después todavía no están disponibles, no obstante, se puede inferir, – como se observa en el altísimo número de asociaciones religiosas registradas – que este número se ha incrementado. De ahí los reclamos de estas otras religiones de no ser tomadas en cuenta cuando de derechos y libertad de cultos se habla en México.
La reforma del 92 trajo nuevos aires y esperanzas a la iglesia católica en desembarazarse de lo que simplemente consideran una jalada, como lo ha expresado Onésimo Cepeda, Obispo de Ecatepec. Empeñados en recuperar el tiempo perdido, se han envalentonado y han salido con cada vez más insistencia a inmiscuirse en la vida pública de México, ante la complacencia y franca complicidad de la clase política panista en el poder desde hace 10 años; ha dejado hacer y deshacer a una iglesia católica de la que están mucho más cerca de lo que estuvieron los priístas en nuestro país a lo largo de sus setenta años de gobierno.
La permanencia del artículo 130 original en la Constitución de la República, durante más de ochenta años, no fue sino la muestra más palpable de lo delicado que resultaba para el pueblo mexicano abrir la vieja herida. No obstante, se puede afirmar que, aun con los motivos que haya tenido Salinas para promover la reforma, también esta se puede considerar un avance y perfeccionamiento de la exigible distancia que debe existir entre el Estado, sus instituciones y cualquier religión o culto.
La modificación suprimió las obligaciones del Estado Mexicano de determinar el número de ministros que debían existir en México, pero también, obligó a las iglesias a erigirse en asociaciones y obtener un registro, se reconoce el derecho civil de los ministros a votar, pero se mantiene la prohibición de ser votados, (aunque se les da la posibilidad de ser candidatos siempre y cuando abandonen por completo su ministerio).
Por otro lado, se mantiene la obligación a los ministros de cualquier religión de abstenerse de hacer proselitismo a favor o en contra de candidato o partido, so pena de ser sancionados, incluso con el retiro del registro. Estas obligaciones han sido incumplidas, no solo por ministros de la iglesia católica como Onésimo Cepeda, Sandoval Iñiguez, Antonio Chedragui Arzobispo de la Iglesia Ortodoxa, sino también por el Secretario de Gobernación, sin que a la fecha, este último haya dado una explicación pública del por qué de su omisión. El análisis de los procedimientos y consecuencias será analizado en una entrega posterior en este mismo espacio.

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