miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Ausencia de Estado?

910oaxacaokUna turba enardecida lincha y cuelga a tres jóvenes que alguien confundió con secuestradores; unos sujetos armados suben a un camión urbano y disparan contra el chofer en venganza porque otros operadores atropellaron y mataron a una persona; un grupo de reos, coludidos con custodios y autoridades corruptas de un penal, irrumpen en la crujía donde están sus enemigos y los masacran con palos, piedras y puntas, mientras delincuentes peligrosos escapan de la prisión.

En esos tres casos, ocurridos recientemente en tres regiones distintas del país, hay un común denominador: en ninguno de esos hechos que terminaron en muerte, tragedia y venganza, hubo autoridad que lo impidiera y en todos los casos los responsables de la seguridad y el orden llegaron tarde cuando ya las turbas o los vengadores anónimos habían ejercido la venganza o la justicia por mano propia.

Es decir, en tres situaciones diferentes, con apenas diferencia de días, una en el norte otra en el centro y una más en el occidente del país, se observa el mismo fenómeno: ausencia de Estado. Y es que el Estado, ese ente abstracto que hemos ideado los seres humanos para protegernos y darnos seguridad, y para ordenar la convivencia y la aplicación de las normas y de las leyes que hacen que funcione civilizadamente una sociedad.

Cuando hay "ausencia de Estado" o "Estado fallido", como también le llaman los expertos, lo que existe es el caos; la ley de la selva en la que el más fuerte se impone al más débil y lo hace con el uso de la violencia. Cuando falta el poder del Estado, que es el que tiene y administra el monopolio de la fuerza y la violencia para mantener el orden en la sociedad, otros poderes se asumen como dueños de esa fuerza y lo mismo criminales que justicieros anónimos o dictadores pueden imponer su autoridad en una sociedad que se torna temerosa y que recurre a cualquier cosa que la proteja y le brinde un poco de seguridad.

¿Qué puede pasar en un país donde la autoridad y el Estado se perciben ausentes e incapaces de cumplir su función de proteger a los ciudadanos? Lo más seguro es que esos ciudadanos comiencen a buscar formas de autoprotegerse o le den su apoyo y su confianza a cualquiera que los proteja sin importar si éste es un poder legal o ilegal. Peor aún, si esa sociedad está inundada de armas como ya ocurre en México, es muy probable que cualquiera que detente un armamento destructivo se sienta con autoridad para imponer su ley.

Es eso lo que vemos en algunas regiones del país: gobiernos del crimen que dominan y controlan a la fuerza pública y que imponen las reglas: desde el cobro de "impuestos" en forma de pagos por protección o derechos de piso a comerciantes y empresarios, hasta retenes ilegales para la población, toques de queda virtuales o disposiciones que rigen actividades productivas a como lo ordenen los delincuentes.

Las cárceles son un buen ejemplo de ese desgobierno que sufren partes del país: en el lugar que se supone son enviados los peligrosos delincuentes que el gobierno presume que detiene, son ellos quienes mandan y corrompen a las autoridades lo mismo para matar o eliminar a sus enemigos en el penal, para evitar ser trasladados a otras cárceles, para gozar de privilegios, lujos y hasta parrandas o simplemente para fugarse en el momento que más les convenga.

Apenas en días pasados el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, advirtió que la seguridad interior de México está amenazada y que hay zonas del país donde no se tiene control y las instituciones fueron corrompidas. En palabras del secretario, el crimen y los criminales "se enquistaron" en la sociedad a la que atacaron primero como un virus para después mezclarse y confundirse con ella.

La pregunta que le haríamos al general es ¿y la vacuna que se supone están utilizando, a base de fuerza y guerra contra los criminales ha funcionado? A juzgar por la ausencia de Estado que se ve en algunas partes del país, no.

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