Sí, pajaritos, leyeron bien, a sus 29 años Érick Valencia Salazar, a quien apodan El 85, logró llegar a ser capo de un cártel de las drogas al que, en honor a su juventud, bautizó como Nueva Generación y que en los últimos años controló el tráfico de estupefacientes y el crimen organizado en Jalisco y en su capital Guadalajara.
A esa corta edad este joven ya era jefe de sicarios y asesinos, ya controlaba operadores de la droga y ya tenía la capacidad armada y logística para poner en jaque a la segunda ciudad más importante de México como lo hizo el sábado con su captura.
¿Se imaginan a qué edad tuvo que haber empezado Érick para llegar a los 29 años a ocupar la jefatura de un cártel? ¿qué les gusta 15, 16, 17 años?, ¿qué edad promedio tendrán sus sicarios y matones, sus operadores, sus vendedores de droga, les gusta que especulemos en unos 22 años de edad promedio?
La detención de este joven y todo lo que ocasionó el fin de semana en Guadalajara y su zona metropolitana, que fue llevada al caos en cuestión de horas con narcobloqueos de vialidades, balaceras, camiones incendiados, rumores y pánico entre la población civil, es un buen ejemplo de por qué todo este asunto del tráfico de drogas no se va a terminar ni lo pueden acabar las autoridades por más “guerra” que declaren y por más violencia y muertes que genere combatirlos.
Con jóvenes de 29 años dirigiendo un cártel en la segunda ciudad del país, el negocio del narco y el crimen organizado son lo bastante fuertes, organizados y sobre todo con mucha carne de cañón joven como para resistir los embates del gobierno.
¿Cuántos jovencitos de 25, 17 o 30 años estarán listos, armados hasta los dientes y ya con un amplio historial criminal y de muerte como para tomar el lugar del llamado 85?
Si el Consejo Nacional de Población dice que en este momento la mayor parte de la población mexicana, más de 60%, es menor de 35 años, es decir es joven, ¿cuántos de esos jóvenes han sido engañados, cooptados, forzados y en otro caso ellos han decidido ante la falta de opciones ser parte del crimen organizado?
No hay una cifra exacta, pero las mismas autoridades reconocen, pajaritos, que mientras no haya educación y empleo para todas estas generaciones, en lo que van a graduarse no será en una carrera técnica o universitaria que le sirva a ellos y al país para crecer; se graduarán en violencia, en asesinatos, en tráfico de estupefacientes, en secuestros, en robos, y estarán listos para, antes de cumplir los 30 ya ser “jefes de jefes” en el mundo criminal, tal como lo era Érick Valencia Salazar.
De ese tamaño es el problema que tenemos en México con la droga y el crimen que la produce, distribuye y comercia; de esa profundidad y gravedad es el tema porque no es sólo un asunto de unos cuantos mexicanos que tomaron el camino del dinero fácil y se volvieron delincuentes; es un problema social con profundas raíces en la desigualdad lacerante que vivimos —muy pocos ricos y tres cuartas partes de la población en pobreza— en la mala educación que recibimos, en la falta de espacios públicos e incentivos para que los jóvenes hagan deportes, en la cultura de la ilegalidad y la corrupción que nos invade, en la materialización de un mundo que obliga a comprar, a tener, a poseer en… en tantas cosas, pajarracos, que no es un tema que, como nos dicen engañosamente en el gobierno, se vaya a terminar pronto ni se acabe sólo con el Ejército o con las fuerzas armadas que son claramente insuficientes para resolver el problema.
Mientras haya tantos jóvenes sin la educación adecuada, mientras no reciban oportunidades laborales y no se les enseñe que respetar la ley es algo obligado, habrá mucha materia para que la millonaria industria y negocio del narcotráfico siga en México y en el mundo; habrá muchos jovencitos mexicanos que están soñando en convertirse en El 85 y a sus 29 años, cuando todavía no llegan a las tres décadas de vida, ya ser todos unos criminales y asesinos respetados en el sucio mundo del crimen.
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