lunes, 21 de mayo de 2012

El humor de Calderón

thumb150x233__201008312049230_FELIPE%20DE%20JESUSDicen que a todos los Presidentes, cuando se acercan al final de su mandato, se les nubla el pensamiento y los que no caen en la grandilocuencia, les da por creerse salvadores de la patria o por creer que su gobierno marcará un “antes y un después” en la vida de sus gobernados. Algo así le debe estar pasando al presidente Felipe Calderón, que a seis meses de que entregue el poder, comienza a percibir una realidad distorsionada que no vemos la mayoría de los mexicanos.

Se los digo porque el jueves pasado escuché un discurso del Presidente en el que hablaba del tema de la seguridad en México, y decía, como quien está seguro de lo que afirma, que su sexenio será recordado “como el de la lucha contra el crimen” y que al dejar la Presidencia, el próximo 1 de diciembre, nos dejará “un país más seguro” del que él recibió.

Perdón, pero casi me daban ganas de poner como en los mensajes de texto o en los chats: “Ja, ja, ja, ja”. Si no fuera porque es un tema tan delicado y serio, en el que está de por medio la vida y la angustia de tantos mexicanos, francamente creería que el humor del Presidente es humor negro y que su comentario sobre un México “más seguro” al final de su mandato es un chiste casi de mal gusto del que difícilmente se reirían mexicanos que viven en estados donde la violencia y la inseguridad los han hecho vivir entre el miedo y la incertidumbre.

¿Cómo puede Calderón pensar que nos dejará un país seguro cuando aparecen 49 cuerpos descuartizados en las calles de un municipio como Cadereyta, Nuevo León?, ¿cómo puede decir que es más seguro cuando en Nuevo Laredo hay balaceras casi todos los días y la gente ya no sale a la calle por miedo a toparse con un fuego cruzado?, ¿cómo se puede pensar que un país es seguro cuando en el último mes han sido asesinados cuatro periodistas que murieron torturados por tener la osadía de informar a la sociedad de cuestiones de narcotráfico?

Hoy solamente, se confirmaba la muerte del periodista Marcos Ávila García, de 39 años y a quien habían secuestrado de un autobaño el pasado 17 de mayo varios sujetos encapuchados. El reportero de El Regional, de Sonora, que cubría temas policiacos y de narcotráfico y que era reconocido en Cajeme por su trabajo profesional, fue encontrado a unos metros de la carretera a Guaymas, torturado y sin vida. ¿Eso ocurre en un país “más seguro”?

No hay manera de sostener una afirmación como la que hizo el Presidente por ningún lado. Ni siquiera en esta capital, donde se nos dice que vivimos en la “ciudad más segura del país”, cuando en realidad no dejamos de sufrir la inseguridad en sus formas comunes.

Si acaso no tenemos la violencia que viven otras ciudades o si la tenemos se diluye en el tamaño de esta megalópolis, pero de eso a decir que vivimos en una ciudad donde uno puede andar sin miedo por las calles, hay un buen trecho.

Así que, entre el humor negro del que se va y las promesas al por mayor de los que quieren llegar, más vale, tomarse las cosas con calma y con filosofía. Ni tenemos un país “más seguro” ni, gane quien gane las próximas elecciones, tendremos un país mejor donde se acabe la pobreza, se generen empleos y se combata la desigualdad.

Nada de eso pasará por obra y gracia de los políticos que, a final de cuentas mienten para alcanzar el poder y mienten también cuando están a punto de dejarlo. Si queremos que algo cambie, como siempre les digo, empecemos por cambiar nosotros mismos y quizás un día no tengamos que aguantar los malos chistes y las ocurrencias de tan ineptos gobernantes.

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