Ya les había tocado a empresarios del norte ver cómo sus empresas, sus directivos y hasta sus empleados eran víctimas de la violencia del narcotráfico y, cuando no tenían que pagar extorsiones y “derechos de piso”, eran secuestrados o intimidados por los criminales. Pero ahora, esa misma violencia contra las empresas tocó al occidente de México, con los ataques ocurridos contra instalaciones y camiones de la empresa Sabritas en los estados de Guanajuato y Michoacán.
Si ya de por sí presionar a las empresas y extorsionarlas para pagar por no ser molestadas ni agredidas era un gravísimo reflejo de la anarquía que priva en el país, ahora, ver cómo atacan e incendian instalaciones y activos de una empresa como Sabritas, que forma parte del Grupo Bimbo, representa un incremento en el nivel de violencia que los grupos de criminales están dispuestos a infundirle a la sociedad.
Porque si ya era suficientemente grave la crueldad sanguinaria de los criminales que desprecian la vida humana, al grado de matar a casi 60 mil personas en estos seis años, además del miedo, la angustia y la psicosis en la que han hecho vivir a ciudades y pueblos por toda la República, ahora verlos atacar a grandes empresas indica que no sólo están dispuestos a matar y a intimidar a quien se les ponga enfrente, sino además irán contra las pocas fuentes de empleo que tienen los mexicanos.
Hasta ahora, los narcos y sus sicarios sólo se habían metido con comercios, negocios pequeños y en ocasiones medianos a los que les cobran derecho de piso y los extorsionan con cantidades mensuales, para supuestamente “protegerlos” y brindarles seguridad de que no serán molestados o atacados ni los comerciantes ni sus negocios. Hay establecimientos, de todo tipo, desde fonditas, ferreterías hasta discotecas y bares que fueron incendiados, arrasados por negarse a pagar el “impuesto de seguridad” que cobran los criminales. Hay infinidad de historias de negociantes, comerciantes y pequeños empresarios que prefirieron cerrar sus negocios y mudarse de ciudad con tal de no sufrir más la violencia y la extorsión del narco.
Y si a todos esos pequeños y medianos negocios ya los tenían asolados en varios estados del país, ahora parece que los narcos han elevado sus perversas miras y atacan a un gigante de las empresas mexicanas, una de las trasnacionales que hay en nuestro país como es el Grupo Bimbo, al que le queman varias plantas y camiones, en una clara represalia por alguna situación que se dio con el crimen.
Las autoridades que investigan el caso han dicho hasta ahora que las indagatorias apuntan a que los ataques a las plantas de Sabritas en Celaya y Michoacán se debieran a que les cobraron derecho de piso y se negaron a pagar, aunque hay una versión no oficial que dice que las agresiones serían más bien porque esta empresa ha prestado sus camiones para que policías federales o soldados del Ejército lleguen a bordo de las unidades en operativos encubiertos para combatir al narco.
Como sea, el hecho es bastante grave y delicado. ¿Se imaginan que una empresa como la que fue atacada decidiera cerrar sus plantas en protesta por la inseguridad y los ataques?, ¿cuántas familias se quedarían sin empleo?
Así que, el país más seguro que según el presidente Calderón nos va dejar al final de su sexenio se ve cada vez más inseguro y complicado. Y a eso añádanle las tensiones que ya empieza a provocar la cuestión electoral, donde grupos de jóvenes se organizan para protestar y empiezan a ser repelidos por militantes de partidos como el PRI que también se organizan para defender a su candidato. Encima de que ya estamos hasta el cuello de violencia criminal por casi todo México, ¿también veremos violencia política y electoral? Es pregunta.
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