¿A poco no les emociona, ver y escuchar en la calle a los jóvenes de este país que salen pacíficamente a expresarse y a decir lo que piensan y lo que quieren? Es un signo de vitalidad, de esperanza, ver que los muchachos, los que vienen detrás y que en unos cuantos años estarán dirigiendo este país y produciendo y tomando las decisiones importantes, se organicen y decidan hacerse oír, reivindicar su derecho a opinar y ser tomados en cuenta.
Eso fue lo que pasó ayer en la horrorosa Estela de Luz, monumento a la ignominia que fue utilizado por los jóvenes de diversas universidades, públicas y privadas como la UNAM, el IPN, la UACM, la Ibero, el TEC, la UAM, el Claustro de Sor Juana, para volver a tomar la calle y la plaza, tal como lo habían hecho el viernes pasado, y dijeron que hay cosas que deben empezar a cambiar en este país.
Los mismos jóvenes que hace unas semanas tuvieron el valor de encarar y corretear al “candidato puntero” en las encuestas en la Ibero, comenzaron a delinear cuáles son sus propuestas de cambio, más allá de partidos o candidatos.
Y lo primero que escogieron, es algo que nos involucra a todos los que trabajamos en la comunicación y la información: los medios.
En un primer pliego de peticiones que ayer esbozaron estos jóvenes, cuyo movimiento aún no tiene líderes visibles y funciona más como un colectivo que se expresa, apareció el tema de la información, el derecho de todos los mexicanos a recibir información libre, equilibrada y objetiva de los medios, y al mismo tiempo el derecho de libre expresión que tienen ellos y toda la sociedad y que debe ser tomado en cuenta por los medios de comunicación masiva.
La verdad, lo que estos chavos dicen es una realidad.
Los medios en México siguen sujetos, por diversas razones y prácticas viciadas, a la censura y la manipulación.
Salvo honrosas excepciones de medios más abiertos en la prensa escrita o en la radio, la mayoría de las empresas de comunicación, y sobre todo sus dueños y concesionarios, siguen teniendo prácticas del pasado en la que se someten a los designios de los políticos y gobernantes por interés económico o por miedo a perder la concesión.
Los jóvenes universitarios cuestionan la existencia de un duopolio televisivo y aseguran que mientras no haya información abierta, libre y de calidad, en México la sociedad no madurará ni aprenderá a exigir sus derechos.
Por supuesto que eso nos involucra, además de a los dueños y empresarios de los medios, que son los principales responsables de la autocensura y la manipulación, a los periodistas y comunicadores.
¿Cuántos periodistas conocen ustedes que realmente hagan su labor de informar con objetividad, libertad, sin caer en manipulaciones u ocultamiento de información? Se los dejo de tarea.
Por lo pronto, estos jóvenes están poniendo el dedo en la yaga. Y aunque a muchos no les guste, el que la juventud salga a la calle en México y en el mundo siempre ha sido sinónimo del agotamiento de modelos, sistemas y situaciones que se vuelven inoperantes y deben cambiar porque ya no responden a los intereses de la sociedad.
¿Qué es lo que se ha agotado en México para que cientos, miles de jóvenes de universidades, muchos de ellos hijos de clases medias y acomodadas, decidan decir “¡Ya basta!” y salgan a expresarse?
Hay muchas cosas en México que deben cambiar, y el que los muchachos de una generación, hasta ahora considerada apolítica y apática, se esté organizando y expresando, nos debe decir algo.
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