martes, 15 de mayo de 2012

Los “candidatos chiquitos” de Carlos Fuentes

fuentes1-456x303El escritor Carlos Fuentes (1928-2012) murió esta tarde en el Hospital de Ángeles del Pedregal en la Ciudad de México a los 83 años de edad.

El internista gastroenterólogo Arturo Ballesteros, médico que atendió al escritor, informó que el literato sufrió esta madrugada una hemorragia masiva en su casa y que pese a ser trasladado al hospital Ángeles del Pedregal, donde se le dio toda la atención médica posible, falleció a las 12:15 horas de este día.

Lo último que dijo Carlos Fuentes sobre las elecciones presidenciales en México, unas semanas antes de morir, fue que no veía ninguna opción real en la oferta electoral que tendrán los mexicanos. “Veo candidatos débiles…Veo candidatos muy chiquitos y problemas muy grandes en el país”, comentó el gran escritor en una entrevista cuando le pidieron su opinión sobre la decisión que tomarán los mexicanos el próximo 1 de julio.

Así, claridoso y directo, hombre ilustrado y sin tapujos que nunca se calló lo que pensaba y que solía ser una voz incómoda para los políticos y gobernantes, era Carlos Fuentes.

Vaya sorpresa que fue su muerte para todos. Era de esos escritores, de esas presencias que uno sentía permanentes, que siempre estarían ahí, que se iría tal vez de México seis meses para escribir en su tranquilo departamento en Londres, pero que luego vendría para disfrutar de su casa en San Jerónimo y para decirnos y decirle a los hombres del poder varias verdades, siempre directas, casi nunca cómodas.

“¿Cómo que se murió Carlos Fuentes, pero cómo si lo acababa yo de ver en una entrevista hablando de su nuevo libro que iba a empezar a escribir y de sus ensayos que estaba preparando y de tantos y tantos proyectos”, cuando me sorprendió con la noticia de que Fuentes, el hombre al que varios diarios llamaron “la voz de México en el mundo”, se nos había ido con un zarpazo cruel y repentino de la señora muerte. “De veras que así de frágil es la vida, hoy estamos, mañana quién sabe”.

Fuentes no era un jovencito ni mucho menos, era un hombre en la madurez de su vida y de su creación literaria. Pero aunque no era joven era un hombre lleno de proyectos y esperanza, un ser humano con ansias de crear y de seguir aportando.

Le escuché decir en una entrevista que las novelas, las obras literarias como las que él escribió en cantidad y calidad, eran hechas por el escritor pero acababan perteneciendo a los lectores. “El escritor hace la novela pero es el lector el que la termina y la adapta a su propio final”, decía.

Y apuntaba que la gran ventaja que tenía el lector sobre el autor literario es que mientras éste se iba a morir, los lectores seguirían existiendo y leyendo y releyendo sus obras.

En fin, que se nos ha ido un grande, un hombre que no sólo nos dio grandes libros y ensayos, sino que fue un mexicano universal, querido y reconocido en todo el mundo.

Un mexicano que habló de México y por México a donde quiera que iba, un intelectual que siempre se comprometía con lo que sucedía en su país, que hablaba de la injusticia, de la violencia, de los malos políticos, de la mala democracia.

Decía alguna canción que siempre me viene a la mente cuando muere un hombre de la talla de Fuentes que “los genios no deben morir” y si se mueren ojalá que reencarnen y que por cada genio que se pierde, por cada ser humano que se va y que significaba algo en la vida de tantas personas, que vengan otros genios, muchos Fuentes más que nos regalen sus obras, y su inteligencia y su voz siempre directa y claridosa para decir las cosas.

Nos harás falta, Carlos.

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