En 1776 nace en la Ciudad de México, José Joaquín Fernández de Lizardi, el Pensador Mexicano, autor, entre otras obras de El Periquillo Sarniento.
La Convención revolucionaria reunida en Aguascalientes entre octubre y noviembre de 1914, nombró presidente a Eulalio Gutiérrez porque no se hallaba comprometido con ninguno de los jefes en pugna. La revolución estaba dividida y la paz ya no era posible. Eulalio contaba entre sus aliados con Villa y Zapata. Por si fuera poco, su enemigo era Carranza, apoyado por el imbatible Álvaro Obregón. Aun con el ánimo más optimista, los días de su gobierno estaban contados. En términos formales, Eulalio era el presidente, pero la realidad era otra. Villa y Zapata ejercían el poder mediante el único lenguaje que conocían: el de las balas. Ninguno de los dos respetaba la autoridad presidencial y aplicaban la justicia por mano propia. Nadie, ni siquiera el presidente, podía detenerlos. Eulalio tomó la determinación de abandonar la ciudad en el más absoluto secreto y, aunque fue perseguido por los villistas, pudo alcanzar a salvo a la frontera en enero de 1915. Lo sucedió Roque González Garza y la presidencia fue el cargo más humillante de su carrera, pues carecía de autoridad. El verdadero poder lo tenía la asamblea, donde zapatistas y villistas, a pesar de su alianza, se disputaban la supremacía. La violencia revolucionaria
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