Yo ya no sé qué pensar, tanto temblor de la Tierra, en México como en el mundo, no parece casual y algo quiere decir. Es cierto que nuestro planeta es un ser vivo y que como tal está en constante cambio y evolución; su movimiento es, por tanto, algo natural y el acomodo de las placas terrestres hace que constantemente se esté reacomodando la superficie de este hábitat nuestro llamado Tierra.
Hasta ahí se puede entender y se acepta, pero en la parte humana, el miedo y la zozobra que nos provocan las fuerzas de la naturaleza se asoman cuando con tanta frecuencia y cada vez con mayor intensidad, la Tierra se sacude y nos recuerda que, por más soberbios que nos creamos y por mucho que nos sintamos la especie superior e inteligente, la última palabra en este mundo que habitamos la tiene ella, nuestra madre Tierra.
Hoy nos amanecimos con la terrible noticia de un sismo de 8.6 grados de intensidad en la escala de Richter en Sumatra que se sintió en toda la costa del océano Índico, al grado que desató alertas de tsunami en varios países como la India, Indonesia, Tailandia y la misma Sumatra. Poco después una réplica de 8.2 grados en esa misma zona volvió a provocar alarma, aunque afortunadamente los reportes de daños materiales y humanos eran menores.
Y por la tarde, cuando aquí en México se comentaba el temblor al otro lado del mundo, otra sacudida más. A las 5 de la tarde con 58 minutos un sismo de 6.4 grados se sintió en el valle de México y en ciudades como Guadalajara y Morelia, con epicentro en el estado de Michoacán. Vaya susto el que se llevaron muchos que recordaron los recientes movimientos que apenas hace una semana nos asustaron desde Guerrero.
A los que vivimos el sismo de 1985 es inevitable que todo este asunto de los temblores nos estrese tanto y nos despierte sentimientos de temor, de angustia. Es cierto que cada vez más gente sabe cómo actuar en caso de sismo y que ya se está volviendo común que, cuando ocurren temblores como el de ayer, de inmediato se activen alertas y alarmas por las redes sociales y en las oficinas y edificios, sean públicos o privados, ya saben cómo actuar y facilitan el desalojo ordenado del inmueble.
Pero yo me pregunto, cuando venga “el grande”, el temblor que según los expertos del Servicio Sismológico Nacional va a ocurrir en algún punto de las placas de Guerrero que tienen acumulada energía de más de un siglo que no ha sido liberada, cuando eso pase sin que se sepan el día y la hora, ¿estaremos preparados?, ¿sabremos cómo actuar?, ¿podremos mantener la calma y los protocolos de seguridad y protección civil si se trata de un sismo mayor? Eso ya se verá, por ahora lo único que nos queda es cobrar conciencia de que sí, vivimos en una zona altamente sísmica y que un gran temblor de magnitud mayor puede ocurrir en cualquier momento, cualquier día y cualquier hora y más vale estar preparados.
¿Que cómo se prepara uno para eso? Para el miedo y la angustia que sentiremos llegado el momento no se puede uno preparar, eso es inevitable y está ligado a nuestra frágil condición humana en un mundo dominado por fuerzas naturales mayores.
Pero sí podemos prevenir con medidas como tener a la mano documentos importantes, en bolsas de plástico o enmicados para poder salvarlos en caso de emergencia; preparar una despensa o una dotación de enlatados y productos no perecederos y agua que esté en un lugar externo de la casa al que se pueda acceder en caso de un desastre mayor; diseñar con los vecinos, si se vive en condominio o edificio de departamentos, un plan de protección civil (en la Secretaría de Protección Civil del DF dan asesoría) ubicando los puntos seguros para ubicarse en caso de sismo. En fin que seguirá temblando y no nos queda más que prepararnos y conservar la calma. ¿Otra vez tembló?
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